Andorra no es solo un destino para los amantes de la nieve y el esquí. Este pequeño país enclavado en los Pirineos alberga un sinfín de lugares maravillosos que van desde aldeas medievales hasta paisajes naturales que quitan el aliento. Su esencia auténtica puede sentirse en cada espacio, especialmente cuando se recorren sus pequeñas localidades y monumentos románicos, cargados de historia y tradición.
2Vive una experiencia única entre paisajes únicos y pistas de esquí
Más allá de su capital y el bullicio comercial, Andorra sorprende con paisajes protegidos como el valle de Sorteny, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO. En este lugar, las rutas de senderismo, incluso en invierno, permiten explorar lagunas como l’Estanyó o adentrarse en picos que rozan los 3,000 metros. En primavera, la explosión de flora convierte este valle en un paraíso natural inigualable en los Pirineos.
Las pistas de esquí también hacen parte del gran encanto en Andorra. Vallnord-Pal-Arinsal y Ordino-Arcalís destacan tanto en invierno como en verano, captando la atención de esquiadores, ciclistas y excursionistas. Sin embargo, aquellos que buscan una experiencia más tranquila pueden optar por explorar las bordas, antiguas edificaciones ganaderas ahora reconvertidas en acogedores restaurantes que sirven delicias tradicionales de montaña.