Coca-Cola, un símbolo global de la cultura estadounidense y la globalización, está presente en casi todos los rincones del mundo. Su icónica botella roja y blanca es reconocible en prácticamente cualquier país, convirtiéndose en un sinónimo de refresco y un elemento omnipresente en la vida cotidiana de millones de personas. Sin embargo, existen algunos lugares donde esta bebida gaseosa no se encuentra, desafiando la idea de una omnipresencia global.
Corea del Norte, Cuba y Myanmar son los tres países donde, oficialmente, no se vende Coca-Cola. Su ausencia no se debe a una falta de demanda, sino a complejas circunstancias políticas y económicas que han impedido la entrada de la compañía al mercado. Estos países representan una excepción a la regla, un recordatorio de que la globalización no es un fenómeno homogéneo y que existen barreras que incluso las marcas más poderosas del mundo no pueden superar.
2Cuba: el embargo estadounidense y la resistencia cultural
Cuba, un país con una larga historia de resistencia al imperialismo estadounidense, ha mantenido un embargo comercial con Estados Unidos durante décadas. Este embargo, impuesto en la década de 1960, ha limitado significativamente el comercio entre los dos países, impidiendo la entrada de productos estadounidenses, incluyendo la Coca-Cola. A pesar de los recientes avances en las relaciones bilaterales, el embargo sigue vigente, manteniendo a la compañía fuera del mercado cubano.
A pesar de la ausencia de Coca-Cola, Cuba ha desarrollado sus propias marcas de refrescos, como TuKola y Tropicola, que han ganado popularidad entre la población local. Estas marcas, producidas localmente, se han convertido en un símbolo de la resistencia cubana al embargo y a la influencia estadounidense. La preferencia por los productos nacionales refleja un fuerte sentido de identidad cultural y una resistencia a la globalización.
Además del embargo y la resistencia cultural, el gobierno cubano también ha implementado políticas que protegen la industria nacional de bebidas. Estas políticas, diseñadas para fomentar la producción local y la autosuficiencia, crean barreras adicionales para la entrada de marcas extranjeras como Coca-Cola. La combinación de estos factores ha mantenido a la compañía fuera del mercado cubano durante décadas.