El PSOE lleva 5 años presentándose como dique de contención de la extrema derecha, pero a Pedro Sánchez no le ha temblado el pulso para aceptar un ‘Gobierno europeo’ que incluye a varios elementos ultras a cambio de incluir a Teresa Ribera como vicepresidenta primera y comisaria de Competencia de la Comisión Europea.
Este hecho unido a la decisión de borrar el término Q+ del colectivo LGTBIQ+ han provocado el enfado de formaciones como Podemos o Sumar.
SACANDO PECHO
El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, aseguró que el PSOE es garante para frenar al neofacismo.
«Por eso, es tan importante que los socialdemócratas, como estamos haciendo hoy aquí en Sevilla, en este 41º Congreso, nos demos cita y digamos que vamos a seguir conquistando el futuro. Cuando actuamos los socialistas y los socialdemócratas juntos, unidos, mutualizando los riesgos y los beneficios, atravesamos las crisis mucho mejor, como hemos hecho durante el covid o con la crisis energética, tras la agresión rusa a Ucrania».
Pero en sectores ultras no parecen demasiado incómodos con algunas recientes posturas socialistas.
TRANSFOBIA
La exsocialista Carla Antonelli ha cargado contra el partido de Sánchez, que apuesta por no incluir a mujeres trans en competiciones deportivas. La exministra Irene Montero también se ha molestado por la postura del partido que lidera el Gobierno.
«Esto del PSOE no es feminismo clásico, es transfobia. Haz frente a los prejuicios y a la desinformación: las mujeres trans son mujeres y los derechos trans son derechos humanos», dice la eurodiputada Montero. Antonelli, senadora de Sumar, elevó el tono contra su antiguo partido: «¿Qué pasa, las mujeres queer no son mujeres? ¿Las mujeres trans no somos mujeres? A lo mejor alguna estará pensándolo por ahí. Si alguien piensa que borrando, amputando o cercenando unas siglas van a hacer desaparecer a un conjunto de miles y miles de personas en este país es que están muy equivocados, es que no se han enterado de nada».
«Las mujeres trans son mujeres, son mujeres cuando acuden a sus puestos de trabajo, son mujeres cuando pagan sus impuestos y sí, también son mujeres cuando hacen deporte», añade Lara Hernández, secretaria de Organización de Sumar. Dice Hernández que «a la extrema derecha no se la combate ni comprándole los marcos, ni los discursos, ni las medidas».
La federación de colectivos trans, Plataforma Trans, ha mostrado su «repulsa e indignación» con el POSE, que «a través de su amplio sector de mujeres contrarias a los derechos de las personas trans ya inició una campaña criminal de desinformación, bulos y estigmatización de las vidas de las personas trans en su intento de menoscabar la Ley Trans».
Su portavoz Mar Cambrollé advierte con preocupación «al movimiento de mujeres anti derechos trans, que en nuestro país proliferan en las filas del Partido Socialista y que están construyendo el argumentario a la ultraderecha».
«Señalar a las personas trans y de la diversidad sexual como el eje del mal, contrario a la igualdad de las mujeres, nos parece un uso perverso del feminismo y es similar a cuando la ultraderecha criminaliza a las personas migrantes como causantes de la delincuencia», asegura.
PACTOS CON LA ULTRADERECHA
Diario Red, dirigido por Pablo Iglesias, lamenta la postura del PSOE en Bruselas. «¿Era necesario incluir en el gobierno de la Unión Europea a la ultraderecha? ¿Era inevitable dada la correlación de fuerzas en el parlamento Europeo? La respuesta es que no. Con los votos de populares, socialistas y liberales, bastaba para conformar un ejecutivo comunitario sin presencia de los herederos de Mussolini y los aliados húngaros de Putin. Habrá quien diga que esto es lo que siempre se ha hecho, que no se puede dejar fuera a dos países tan importantes como Italia y Hungría», aseguran.
El periódico afín a Podemos dice que «el PP y el PSOE y sus respectivas familias europeas están de acuerdo en los dos elementos básicos que definen el rumbo del continente y con los que también están de acuerdo los ultraderechistas: la subordinación geoestratégica a los Estados Unidos a través de la OTAN —escalada bélica en Ucrania, aumento disparado del gasto en armamento, apoyo al genocidio en la Franja de Gaza— y la ‘mano dura’ xenófoba contra las personas migrantes que ya cristalizó en el infame pacto migratorio que apoyaron tanto el PP como el PSOE como Meloni».