La reina Letizia ha protagonizado dos imágenes muy diferentes que marcan un antes y un después en la percepción pública de su figura. Con solo cuatro semanas de diferencia, los españoles han podido verla en dos contextos completamente distintos. En uno, la reina se muestra accesible, cercana y empática con los afectados por la DANA en Paiporta; en el otro, resplandece con una imagen sofisticada y majestuosa, tras la sesión de fotos con la renombrada fotógrafa Annie Leibovitz. Estas dos representaciones contrastantes han dejado claro que Letizia puede ser tanto una figura humana como una reina moderna y llena de glamour.
1El contraste de la reina Letizia plasmado en dos fotografías
El primer escenario, la visita a Paiporta, fue un momento significativo en el que la reina Letizia mostró su humanidad. En medio de la desesperación de los valencianos tras las inundaciones, su presencia representó apoyo y cercanía. La imagen de Letizia y su esposo, Felipe VI, empapados en barro y rodeados de un mar de emociones, transmitió un mensaje de solidaridad. El cuerpo inclinado hacia adelante, las manos entrelazadas y el rostro cubierto de barro alejaban cualquier atisbo de glamour, acercando a la reina a la gente común. Este gesto no solo fue una imagen informativa, sino también un acto de conexión emocional con aquellos que más lo necesitaban.
Por otro lado, la imagen que acaba de ver la luz, tomada por Leibovitz, presenta a Letizia como una figura completamente distinta: un símbolo de elegancia y sofisticación. En esta fotografía, la reina lleva un vestido de gala de Balenciaga, con un chal rojo que le da un toque de color. Su postura erguida y su mirada serena proyectan autoridad, mientras que su atuendo de alta costura refuerza su estatus y la conexión con la alta moda española. Esta imagen está pensada para mostrar una reina moderna, que a pesar de mantener la tradición, no pierde el sentido de la sofisticación que demanda el siglo XXI.