La reina Letizia ha demostrado, una vez más, su impecable sentido de la moda, al elegir dos piezas de Cristóbal Balenciaga para el icónico retrato realizado por Annie Leibovitz, con motivo del décimo aniversario de su reinado. La elección de la reina no solo destaca su sofisticación, sino que también subraya la profunda conexión entre su figura y la tradición de la alta costura, un vínculo que la coloca en la misma órbita de figuras históricas que fueron clientes del maestro de Getaria.
1La reina Letizia y su elección de una prenda cargada de historia

La reina Letizia aparece en la foto con una capa de color frambuesa y un vestido de tul negro, dos piezas que forman parte de la increíble colección de la Fundación Antoni de Montpalau. Fundada hace más de dos décadas, esta institución guarda una valiosa selección de prendas de alta costura, y es precisamente de ahí de donde provienen estas piezas, que una vez pertenecieron a la aristocracia española. El vestido de noche, datado en 1948, perteneció a María Junyent, hija del pintor y coleccionista Oleguer Junyent, quien vivía cerca del taller de Balenciaga en Barcelona. Este vínculo es una pieza clave en la historia de la prenda.
El director de la fundación, Josep Casamartina, explica cómo fue que recibió el traje, y cómo, años después, la reina Letizia lo luciría con una elegancia que rinde homenaje tanto al diseñador como a la historia de la moda española. La capa, por su parte, tiene su propia historia, en realidad muy fascinante, y es que fue creada en 1962 por Balenciaga para la condesa de Torroella de Montgrí, quien la llevó en la boda de Juan Carlos y Sofía en Grecia. Lo que parecía un conjunto reservado para la aristocracia, hoy se convierte en una prenda digna de una reina.