jueves, 28 noviembre 2024

Qué esconde la manicura rusa y por qué la OCU pide precaución

La manicura rusa, una técnica que ha ganado popularidad en los últimos años, promete unas uñas perfectas y duraderas. Su auge se debe a la promesa de un acabado impecable y una mayor duración del esmalte, atrayendo a un público cada vez más amplio buscando resultados profesionales. Sin embargo, esta creciente popularidad ha despertado también las alertas de organismos de consumo como la OCU, que aconsejan precaución ante los posibles riesgos asociados a esta técnica. En este artículo, desentrañaremos los secretos de la manicura rusa, explorando sus ventajas y, sobre todo, sus posibles inconvenientes y riesgos para la salud, analizando por qué la OCU recomienda extremar la precaución a la hora de optar por este tipo de manicura.

La manicura rusa, a diferencia de las técnicas tradicionales, utiliza una fresa eléctrica para eliminar las cutículas. Este es el punto central de la controversia y la principal razón por la que la OCU ha emitido recomendaciones sobre su uso. Mientras que algunas profesionales la defienden como una técnica precisa que elimina de manera efectiva las cutículas, eliminando así la necesidad de usar tijeras o cutículas, otros expertos advierten sobre los riesgos potenciales de este procedimiento agresivo para la salud de las uñas y la piel circundante. Es crucial entender los detalles de esta técnica para tomar una decisión informada.

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RIESGOS PARA LA SALUD DE LAS UÑAS Y LA PIEL

Entre los posibles riesgos asociados a la manicura rusa, se encuentran las infecciones, las inflamaciones y los daños en la matriz ungueal. La falta de higiene adecuada durante el procedimiento, o la utilización de instrumentos mal esterilizados, puede favorecer la aparición de infecciones bacterianas o micóticas. Por tanto, la limpieza y la desinfección de los instrumentos son fundamentales para garantizar la seguridad del procedimiento. Los riesgos de infecciones son mayores si no se siguen los protocolos de higiene adecuados.

Otro riesgo inherente a la manicura rusa es la posibilidad de dañar la matriz ungueal, la parte de la uña encargada de su crecimiento. Un daño en la matriz puede provocar alteraciones en el crecimiento de la uña, como onicolisis (separación de la uña del lecho ungueal), onicorrexis (fragilidad de la uña) o onicogriposis (uña en forma de gancho). Por lo que es fundamental acudir a un centro de estética que garantice el uso adecuado y responsable de la fresa eléctrica. Una mala praxis puede dejar daños irreversibles en las uñas.

Además de las posibles lesiones en la matriz ungueal, la manicura rusa puede provocar inflamaciones en la piel alrededor de la uña, conocidas como paroniquia. La inflamación se produce a causa de una irritación o infección en el pliegue ungueal. Para evitar este tipo de problemas, es crucial que el centro de estética utilice productos de calidad, que esté limpio y que el profesional cuide meticulosamente la higiene durante todo el procedimiento. Las buenas prácticas higiénicas ayudan a minimizar los riesgos de infecciones y otras complicaciones.