La manicura rusa, una técnica que ha ganado popularidad en los últimos años, promete unas uñas perfectas y duraderas. Su auge se debe a la promesa de un acabado impecable y una mayor duración del esmalte, atrayendo a un público cada vez más amplio buscando resultados profesionales. Sin embargo, esta creciente popularidad ha despertado también las alertas de organismos de consumo como la OCU, que aconsejan precaución ante los posibles riesgos asociados a esta técnica. En este artículo, desentrañaremos los secretos de la manicura rusa, explorando sus ventajas y, sobre todo, sus posibles inconvenientes y riesgos para la salud, analizando por qué la OCU recomienda extremar la precaución a la hora de optar por este tipo de manicura.
La manicura rusa, a diferencia de las técnicas tradicionales, utiliza una fresa eléctrica para eliminar las cutículas. Este es el punto central de la controversia y la principal razón por la que la OCU ha emitido recomendaciones sobre su uso. Mientras que algunas profesionales la defienden como una técnica precisa que elimina de manera efectiva las cutículas, eliminando así la necesidad de usar tijeras o cutículas, otros expertos advierten sobre los riesgos potenciales de este procedimiento agresivo para la salud de las uñas y la piel circundante. Es crucial entender los detalles de esta técnica para tomar una decisión informada.
1EL USO DE LA FRESA ELÉCTRICA: UN INSTRUMENTO POTENCIALMENTE PELIGROSO
La fresa eléctrica, elemento clave de la manicura rusa, permite una eliminación precisa de las cutículas. Sin embargo, su uso inadecuado puede provocar daños en la matriz ungueal, la zona encargada del crecimiento de la uña. Un uso poco cuidadoso de la fresa, a manos de profesionales no cualificados, puede causar lesiones en la piel, inflamaciones o incluso infecciones. Por lo tanto, la elección del profesional resulta fundamental para minimizar los riesgos asociados a esta técnica.
La presión ejercida con la fresa eléctrica es crucial en la manicura rusa. Una presión excesiva puede dañar la cutícula, incluso llegando a lesionar el lecho ungueal, comprometiendo la salud de la uña y su crecimiento futuro. Es importante que la profesional esté capacitada y tenga la experiencia necesaria para controlar la presión y la velocidad de la fresa, para evitar así cualquier tipo de lesión o daño en la piel o las uñas. Esta precisión es clave para que el procedimiento sea seguro y efectivo.
La falta de regulación y control en la formación de los profesionales que realizan la manicura rusa supone un riesgo añadido. La ausencia de una formación estandarizada puede dar lugar a profesionales con escasa preparación o experiencia, aumentando la probabilidad de errores y lesiones. Por este motivo, la OCU recomienda buscar profesionales con acreditaciones y formación certificada, que garanticen un alto nivel de seguridad y profesionalidad en la ejecución del procedimiento.