La reina Sofía siempre ha sido un ejemplo de fortaleza y dignidad en la Casa Real española, aunque su vida personal no ha estado exenta de algunos desafíos. Recientemente, un ingreso hospitalario en Madrid debido a una infección urinaria puso de relieve un aspecto que ha acompañado a la emérita en los últimos años: la soledad. Aunque su hijo, el rey Felipe VI, la visitó en dos ocasiones, una vez en compañía de la reina Letizia, y la infanta Elena también se hizo presente, su otra hija, Cristina, no acudió debido a su residencia en el extranjero. Irene de Grecia, su hermana inseparable, solo pudo realizar una breve visita, limitada por su delicado estado de salud.
1La reina Sofía no estaría sola, un grupo pequeño de apoyo siempre la acompaña
A pesar del panorama de soledad que rodea a la reina Sofía, ella ha demostrado que, incluso en los momentos más complicados, cuenta con un selecto círculo de apoyo. Aunque pequeño, este grupo de personas ha permanecido constante y fiel a lo largo de los años. Sofía sigue siendo una figura activa y con buen estado físico, pero no deja de ser una persona mayor que valora profundamente la lealtad y la cercanía de aquellos que la rodean. Entre ellos, Irene de Grecia ha sido su compañera más cercana, compartiendo no solo momentos de alegría, sino también las dificultades que la vida ha traído.
Irene, su hermana menor, ha sido un refugio emocional para la reina Sofía desde hace décadas. Ambas forjaron un vínculo muy fuerte tras mudarse juntas a finales de los años ochenta. El fallecimiento de su padre marcó un momento clave en su relación, haciéndolas aún más unidas. Irene, quien nunca se casó ni formó una familia propia, encontró en Sofía su hogar y apoyo incondicional. Ahora, con el paso de los años y el deterioro de la salud de Irene, la reina Sofía se ha dedicado a cuidarla, asumiendo el rol de protectora.