El arroz con leche es uno de esos postres que evocan recuerdos de la infancia, un clásico que ha pasado de generación en generación en muchas familias españolas. Su cremosidad y dulzura lo convierten en un favorito en la mesa, especialmente durante los meses más fríos. Sin embargo, a pesar de su popularidad, muchas personas luchan por conseguir la textura perfecta: un arroz con leche que sea cremoso, pero no aguado; dulce, pero no empalagoso. En este artículo, desvelaremos el consejo de la abuela que transformará la textura de tu arroz con leche para siempre, llevándolo a un nivel de exquisitez que hará que todos quieran repetir.
La clave para un arroz con leche perfecto radica en la elección de los ingredientes y en el proceso de cocción. Aunque existen muchas recetas, el truco que compartiremos aquí es un secreto que ha sido transmitido a lo largo de los años y que puede marcar la diferencia en la textura final del postre. Con este consejo, no solo conseguirás un arroz con leche delicioso, sino que también podrás disfrutar de la satisfacción de haber preparado un plato que recuerda a los sabores de la infancia. Acompáñanos en este viaje culinario y descubre cómo un simple consejo puede cambiar tu forma de hacer arroz con leche para siempre.
2EL SECRETO DE LA ABUELA: PREPARAR EL ARROZ ANTES DE COCERLO
El consejo que cambiará la textura de tu arroz con leche para siempre es un paso que muchas recetas pasan por alto: preparar el arroz antes de cocerlo en la leche. Este sencillo truco consiste en enjuagar el arroz bajo agua fría antes de cocinarlo. Al hacerlo, eliminas el exceso de almidón que puede hacer que el arroz se vuelva pegajoso y gomoso durante la cocción. Enjuagar el arroz permite que los granos se mantengan sueltos y que la textura final sea mucho más agradable.
Una vez que hayas enjuagado el arroz, es recomendable cocerlo brevemente en agua con una pizca de sal. Este primer hervor, que dura unos 5-10 minutos, ayuda a que el arroz se ablande un poco antes de añadirlo a la leche. Después de este tiempo, escurre el arroz y resérvalo. Este paso adicional no solo mejora la textura, sino que también asegura que el arroz esté perfectamente cocido y no se deshaga en la leche.
Después de escurrir el arroz, puedes proceder a cocinarlo en la leche. Añade el arroz a una cacerola con la leche caliente, junto con la canela y la cáscara de limón. Cocina a fuego lento, removiendo con frecuencia para evitar que se pegue al fondo de la cacerola. Este proceso de cocción lenta permite que el arroz absorba la leche y se convierta en un postre cremoso y delicioso.