El proyecto que se ideó en el año 2007 para mejorar el entorno del Barranco del Poyo se encontró con dos trabas. A los impedimentos económicos hay que sumar las trabas de corte ecologista que hicieron que varias de las primeras propuestas de este plan de 2007 no salieran hacia adelante. Claro ejemplo de esto son las presas y la recanalización de hormigón, que para intentar paliar el daño ecológico, se propusieron sustituir por las recanalizaciones naturales mediante las llamadas ‘vías verdes’.
Pero todo quedo en aguas de borrajas tras el gobierno de Ximo Puig que apostó por proteger la denominación de la Huerta Valenciana de forma radical y apartó el plan definitivamente el plan de control de la zona. Carlos Mazón, actual presidente de la Generalitat, ni si quiera lo tenía previsto hasta el actual desastre. Un peligro por que se ha demostrado que es inviable dejar libre a la naturaleza en este caso. Y más cuando la zona esta urbanizada, por un lado, y por otro tiene varios polígonos industriales vitales para la economía de la zona.
El aviso ya ha llegado y ahora está en manos de las instituciones y de los políticos tomar cartas en el asunto y ayudar a solucionarlo. Una tragedia que podía haberse mitigado notablemente y fue olvidada por motivos e intereses que ahora resultan ridículos y que han provocado un malestar social que va ser difícil de apaciguar. Un futuro duro espera para la zona.
Esta claro que una vez pasada la tragedia es fácil actuar de ‘Capitán a posteriori’ y opinar cual hubiese sido el remedio ideal para evitar la catástrofe que ha provocado la Dana en la Comunidad Valenciana y Castilla La-Mancha. Una tragedia que ha costado cientos de vidas humanas y graves desperfectos que marcarán la vida de la zona durante años y que algunos proyectos hidráulicos hubieran solucionado en Valencia.
Pero claro está, que para evitar a futuro lo sucedido diversas entidades comienzan a reclamar una serie de soluciones posibles que eviten el desastre vivido. Una de ellas es el Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, que desde lo sucedido, ha elevado la voz para reclamar infraestructuras hidráulicas capaces de soportar estas situaciones que parecen volverán a repetirse.
Esta entidad remarca la importancia de cinco obras que hubieran mitigado los efectos torrenciales en el cauce del Júcar. En este sentido, también la Cámara de Contratistas de la Comunitat Valenciana de 2019 advirtió de la inversión en obras hidráulicas y las terribles consecuencias que eso trae. Una nula inversión achacada desde el Gobierno central y fuentes de la Generalitat al elevado coste económico de las mismas. Las consecuencias han sido terribles.
ELEVADO COSTE SOCIOECONÓMICO Y EL PLAN 2007
Los 30 millones de euros de la presa de Montesa, los 7 millones que costaría realizar el proyecto de adecuación y encauzamiento en el casco urbano de Aldaia y drenaje de caudales del Barranco del Poyo, también parado por supuestas incompatibilidades ecológicas. Estos son algunos de los ejemplos de la desidia de las instituciones que han tenido una nefasta consecuencias para la población de la región.
El ya tristemente conocido como Barranco del Poyo es una de las claves para evitar este tipo de desastres. Si es verdad que es un área muy vigilada pero en la que las actuaciones han sido muy pobres y los planes previstos para mejorar la situación fueron solo proyectos no realizados y quedaron papel mojado.
Desde el 2007 el Júcar y su cuenca cuentan con un proyecto, nunca llevado, a cabo que podría haber minimizado la última DANA que el Gobierno de Zapatero y los posteriores de Rajoy y Sánchez olvidaron en un cajón. Al igual que las exigencias de la Generalitat. Por este motivo, instituciones como los como el colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos califican los recientes sucesos de catástrofe anunciada por que se conocía la peligrosidad de la zona.
Un presupuesto cercano a los 150 millones de euros tiene la culpa del archivo del proyecto, los costos de la futura reconstrucción superarán con creces lo que hubiese supuesto hacer el proyecto. Sin contar el drama de las perdidas humanas.
Dicho proyecto incluía entre sus sugerencias para el Barranco del Poyo era instalar micropresas y reforestar ampliamente la zona. La reforestación, según comentan varios expertos, es una línea vital para prevenir la erosión del suelo y de esta forma retener y favorecer la llegada del agua de forma más escalonada, evitando las crecidas y las riadas violentas.
Sumando a estas medidas una serie de corredores que recojan el agua y lo reconduzcan al Turia. La terrible riada del pasado 29 de octubre provocó un caudal por la avenida del barranco tras las lluvias que fue de 2.000 metros cúbicos por segundo. Con las mediadas de dicho plan varios expertos remarcan que la tragedia hubiera sido tres veces menor.