martes, 12 noviembre 2024

Astrid Gil-Casares, exmujer de Rafael del Pino, del divorcio más caro a su discreto trabajo como guionista

Astrid Gil-Casares es hoy una mujer prácticamente lejos de la prensa del corazón y de la económica. Ha conseguido volver a la tranquilidad económica después de protagonizar el divorcio más llamativo del mundo empresarial de los últimos años. Su separación de Rafael del Pino, el ‘amo’ Ferrovial la convirtió en noticia obligatoria. El fin de su matrimonio supuso, además, dar un cambio radical a su vida por dentro y por fuera.

Astrid nació el 16 de febrero de 1973 fruto de la unión en segundas nupcias del ingeniero naval Santiago Gil-Casares con la mujer francesa Astrid Marie Marlie. Perteneciente a una familia bien conectada con el poder durante el franquismo se crio pasando las tardes en el Club de Campo de Puerta de Hierro. Ahí nacieron algunas de sus amistades más duraderas, como la unión que mantiene con Isabel Sartorius.

Su abuelo paterno, José María Gil- Casares, fue un prestigioso médico compostelano que contrajo matrimonio con Carmen Rafaela Armada Comyn, hija del anterior marqués de Santa Cruz de Rivadulla.Esta última, abuela paterna de Astrid, era hermana del general Alfonso Armada y Comyn, conocido por su implicación en el intento de golpe de Estado del 23-F.

Astrid optó para su desarrollo profesional por el mundo financiero. Cuando terminó la carrera de Económicas en ESADE se fue a trabajar a París, a la banca Rothschild, tras un año, cambió París por la capital británica.  En 2004, ha confesado que fue a verlo a Madrid por un tema laboral y empezó rápidamente su relación, que acabó en boda en marzo de 2006. 

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Boda de Rafael del Pino y Astrid Gil Casares en su boda.

Así pasó parte de su juventud en Londres donde trabajó en bancos de inversión como la célebre JP Morgan. Además, sacó tiempo para crear una empresa, Gil-Casares Consultant Limited, dedicada a la asesoría comercial y financiera. Tras su matrimonio con Rafael del Pino decidió abandonar toda actividad empresarial, aunque si trasladó la domiciliación de su compañía a la casa que compartía en la urbanización madrileña de El Viso con el presidente de Ferrovial.

EL DIVORCIO MÁS CARO DE ESPAÑA

Rafael del Pino conoció a Astrid en Londres en fiestas en las que ella trabajaba. El enlace, el primero para la madrileña, tuvo lugar el 10 de junio de 2006 en la Iglesia de la Asunción en Chinchón (Madrid) en un evento que congregó como invitados a algunos nombres importantes de la economía y la sociedad españolas. También estuvieron las reinas del couché como Isabel Preysler, Eugenia Martínez de Irujo o Isabel Sartorius. El banquete tuvo lugar en la finca Encomienda de la Losilla que pertenece al banquero portugués Joao de Espírito Santo. Astrid escogió para darse el sí quiero un modelo de Manuel Mota para Pronovias. Una estética muy distinta a la que adoptaría tras su separación.

Desde su unión con del Pino se mantuvo alejada de la vida laboral. Aseguró en una entrevista que era incompatible ser la mujer del presidente de Ferrovial y ocupar un cargo relevante en el sector bancario. Diez años después y tras tres hijas en común, el matrimonio del Pino/ Gil-Casares se rompió. Un final abrupto y nada amigable.

Su separación llegó incluso al Tribunal Supremo. No fue una separación de mutuo acuerdo. Fue en mayo de 2016 cuando la prensa del corazón habló de una separación del matrimonio. Gil-Casares llegó a emitir un comunicado desmintiendo que había abandonado el hogar que compartía con del Pino. Sin embargo, la cuenta atrás para el matrimonio había comenzado.

Fue un divorcio contencioso en el que le empresario fue condenado a pagar seis millones de euros a Astrid. Además, la Audiencia Provincial de Madrid dictaminó que del Pino debía abonar una pensión compensatoria de 75.000 euros. Rafael del Pino presentó un recurso ante el Supremo. El Alto Tribunal lo estimó parcialmente y rebajó la cuantía a pagar por parte del empresario a 840.000 euros y una pensión mensual de 21.000 euros.

UN CAMBIO DE LOOK

Tras su separación, Astrid sorprendió al mundo con un radical cambio de look. Cambió su característica melena rubia por corte rapado y cubrió su cuerpo con tatuajes, entre ellos, los nombres de sus hijas y hasta una cita célebre. El famoso «I have nothing to offer but blood, toil, tears and sweat» (No tengo nada que ofrecer sino sangre, trabajo, lágrimas y sudor) que pronunció Winston Churchill en el momento más crudo del Reino Unido tras la II Guerra Mundial.

También se lanzó al mundo artístico como guionista de ¿Qué te juegas?, una comedia dirigida en 2019 por Inés de León. Una comedia romántica al servicio de la actriz Amaia Salamanca, también perteneciente al mundo de la beatiful people por su unión con Rosauro Varo. En la cinta, producida por Bowfinger International Pictures de la que es socio Santiago Segura, también contó con un cameo de la íntima amiga de Astriz, Isabel Sartorius. Finalmente, el debut en pantalla grande de al que fuera primer gran amor de Felipe VI, se eliminó del montaje final.

También Gil-Casares debutó como escritora con la novela Nadie me contó (La Esfera de los Libros, 2020), una narración en la que muchos vieron retazos de su propia historia con Rafael del Pino. Dos años después reincidió con la novela Ese jueves al anochecer me subía al tren (Circulo Rojo, 2022).  En 2023 se puso delante de las cámaras para un videoclip de Juan Peña.

Un año después, la protagonista del divorcio más mediático, y caro, de los últimos tiempos vive una etapa de alejamiento de la prensa, centrada en su nueva novela y en algunos proyectos como guionista.