El Caso Iñigo Errejón destapa viejas guerras de Podemos y compromete su futuro

La dimisión de Iñigo Errejón ha dejado al espectro a la izquierda del PSOE en una situación de incertidumbre con respecto a su futuro. La marcha del fundador de Más País ha retratado a SUMAR con un espacio que realmente no significa nada por sí mismo. Una amalgama de partidos políticos de izquierda que se convirtió en marca electoral usada como vehículo para capitalizar el prestigio de Yolanda Díaz al frente del ministerio de Trabajo.

El único pegamento cohesionador de tantas fuerzas centrípetas de izquierda es la propia Izquierda Unida. Antonio Maíllo, actual Coordinador General de la coalición que vino en su día a ocupar el especio sociológico y electoral del hoy residual Partido Comunista de España, es para muchos una esperanza, aunque no cuenta con las terminales mediáticas de figuras como la propia Yolanda Díaz, Mónica García o Irene Montero.

La caída de Iñigo Errejón desde el punto de vista mediático se gestó desde medios afines a Unidas Podemos como Público y su periodista Cristina Fallarás. Fue ella quién, sin desvelar nombres, hizo público el testimonio de la actriz Elisa Mouliaá como víctima de la supuesta agresión del político. La intérprete acabó dando la cara en redes sociales previa denuncia interpuesta en comisaría.

Muy activa en redes sociales, Mouliaá ha recibido tantas críticas como apoyos. Entre los últimos se puso en contacto con ella una periodista del Canal Red (el conglomerado mediático de Pablo Iglesias) Laura Arroyo quien invitó a la denunciante a contar con el plató del canal «si deseas contar tu testimonio». Una postura fuertemente criticada por otros usuarios por la falta de «tacto» de la periodista.

GUERRAS ANTIGUAS

La caída de Iñigo Errejón con ruido mediático auspiciado por Canal Red y Público viene a traer a la actualidad la guerra entre Errejón y Pablo Iglesias. Un enfrentamiento que mucho dio que hablar en 2017 y que hizo tambalear los cimientos del proyecto que se estaba fraguando a la izquierda del PSOE.

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Pablo Iglesias.

Los años 2014-2017 fueron los más gloriosos de Podemos, pero también en los que se fue construyendo un muro de desconfianza y recelos entre parte de los grandes amigos que, desde al Universidad Complutense de Madrid, habían creado ese proyecto político. Todos venían de movimientos sociales de izquierda y otros, como el propio Pablo Iglesias y su pareja de entonces Tania Sánchez, de Izquierda Unida. Errejón estaba en Juventud Sin Futuro, una asociación que venía reivindicar los problemas sociales de los jóvenes de su generación. Problemas, por cierto, que siguen sin visos de solventarse. Seis años después del 15-M, en 2017, poco quedaba del grupo de amigos.

Dicen que Luis Alegre, el primero fundador de Podemos en salir del proyecto, ya advirtió que el partido explosionaría por la lucha de egos entre «dos machos alfa como Pablo e Iñigo». Finalmente, así fue. Iglesias nunca perdonó ciertos movimientos de Errejón y fue implacable con las personas del entorno de Iñigo. Fueron los casos de Ramón Espinar y Rita Maestre, en ese momento pareja de Errejón.

Cuando se enfrentaron en la suerte de primarias de 2017, Iglesias usó todo el aparto del partido y Errejón quedó reducido a su mínima expresión política. Cuando meses después unió sus destinos ideológicos a Manuela Carmena y se creó Más País, la ira de Iglesias se desbocó.

EL DIFÍCIL FUTURO DE YOLANDA DÍAZ

Luca Constantini en sus libros Aquí mando yo y Al olor del dinero documenta el auge y caída de la formación morada. Una historia que no se entiende sin la intrahistoria de las relaciones de amistad y amorosas entre los fundadores del partido.

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Yolanda Díaz.

Constantini retrata a un Pablo Iglesias que se va encerrando más y más en sí mismo y su círculo de confianza se va estrechando casi reduciéndose a Irene Montero. Una surte de aislamiento que hizo que desconfiara casi de todos los ‘podemitas’ originales. En su corazón el hueco de Errejón fue ocupado por Yolanda Díaz a la que también acabaría considerando una traidora.  

Cuando SUMAR nació para encauzar el voto de la izquierda alternativa al PSOE, Yolanda Díaz rompió de manera abrupta con el tándem Iglesias-Montero. Una ruptura que se llevaba gestando tiempo y que negaban antes los medios cuando se les preguntaba. Consideran que Montero era un estorbo en las listas electoras tras el fracaso de la conocida como ‘Ley del Sí es Sí’, fue una decepción que Irene Montero no ocultó.

Ahora, la caída en desgracia de Iñigo Errejón ha puesto de manifiesto viejas guerras que, además, ponen en un complicado aprieto a Yolanda Díaz y un proyecto, SUMAR, que no acaba de tener identidad propia. La izquierda más allá de Pedro Sánchez podría quedarse huérfana y por eso muchos miran hacia Antonio Maíllo, representante de una izquierda más clásica, busca de cierta estabilidad para un nicho electoral que podría llegar a canibalizar el PSOE.