Íñigo Errejón admitió por primera vez hace 3 meses en una entrevista concedida al canal de Youtube Furor TV que había comenzado a ir a terapia, pero no fue hasta este jueves cuando se marchó, una vez acorralado por Sumar y Más Madrid tras la publicación de varias denuncias anónimas por parte de víctimas de sus presuntas prácticas tóxicas socioafectivas.
La caída de Errejón destroza a Sumar, que lo había aupado hace unos meses a la portavocía parlamentaria de la coalición ‘yolandista’ en el Congreso para inquietud de Izquierda Unida y enfado de Podemos.
Los morados se frotan las manos ante esta nueva crisis abierta en Sumar, que no deja de perder apoyos por la pérdida del aura victoriosa de Yolanda Díaz y la incapacidad de este movimiento para condicionar las políticas del Gobierno del que forma parte.
Podemos salió feliz en las últimas europeas, que pudieron ser el principio del fin para Sumar. Díaz dejó el liderazgo de la coalición, Izquierda Unida se les alejó (tras quedarse fuera de las europeas) y los de Ione Belarra e Irene Montero ganan peso a costa de sus exsocios.
ERREJÓN Y LA NOCHE
Pablo Iglesias ironizaba hace unos meses sobre que algunos querían ser diputados de por vida para salir por la noche en Malasaña. Lo cierto es que Errejón ha dado varias veces que hablar por algunas de sus salidas noctámbulas.
Esdiario publicó unas fotografías suyas con una rubia mientras se besaba en medio de un bar madrileño y el exdiputado sufrió una denuncia de la que fue absuelto por una presunta agresión a un jubilado que nunca se pudo probar.
TSUNAMI
La pérdida de fuerza de Yolanda Díaz dificulta que vuelva a ser ella y su camarilla las que escojan al portavoz parlamentario de la coalición Sumar, ya que Izquierda Unida se está volviendo a acercar a Podemos.
El espacio de la izquierda transformadora pierde a uno de sus rostros más conocidos y a uno de sus principales teóricos, Errejón, muerto civilmente.
«DECISIONES IMPORTANTES»
«He tenido el privilegio de defender las ideas que considero más hermosas y justas, y de hacerlo en una de las décadas más intensas, pero también más duras, de la política española. Eso conlleva muchas experiencias, aprendizajes y motivos de orgullo. Pero también genera un tipo de vida, una cotidianidad, una subjetividad, un tipo de vínculos con el entorno, con la fama y con los demás que pasan factura. El ritmo y el modo de vida en la primera línea política, durante una década, ha desgastado mi salud física, a mi salud mental y a mi estructura afectiva y emocional».
Con esta parrafada Errejón reconocía de forma implícita algunas de las acusaciones. Lo hacía sin pedir perdón y echándole la culpa a la deshumanizada alta política, hecho que ha molestado a algunos de sus excompañeros.
Dice el ex portavoz parlamentario de Sumar que «en la primera línea política y mediática se subsiste y se es más eficaz, al menos así ha sido mi caso, con una forma de comportarse que se emancipa a menudo de los cuidados, de la empatía y de las necesidades de los otros. Esto genera una subjetividad tóxica que en el caso de los hombres el patriarcado multiplica, con compañeros y compañeras de trabajo, con compañeros y compañeras de organización, con relaciones afectivas e incluso con uno mismo».
«Yo, tras un ciclo político intenso y acelerado, he llegado al límite de la contradicción entre el personaje y la persona. Entre una forma de vida neoliberal y ser portavoz de una formación que defiende un mundo nuevo, más justo y humano. La lucha ideológica es también una lucha por construir formas de vida y relaciones mejores, más cuidadosas, más solidarias y, por tanto, más libres. No se le puede pedir a la gente que vote distinto de cómo se comporta en su vida cotidiana. Llevo tiempo trabajando en un proceso personal y de acompañamiento psicológico, pero lo cierto es que para avanzar en él y para cuidarme, necesito abandonar la política institucional, sus exigencias y sus ritmos», señala.