El éxito de la película ‘La Infiltrada’ escuece en el entorno de EH Bildu

Hubo un tiempo en el que el entorno de EH Bildu disfrutaba la cultura gracias a las películas de Imanol Uribe, documentales como ‘La pelota vasca, la piel contra la piedra’, las canciones de los grupos integrantes del Rock radical vasco, los sketches de ‘Vaya semanita’, las portadas divertidas y kamikazes de la irreverente revista de humor gráfico vasca TMEO o los chistes de humor negro que circulaban sobre las víctimas de la banda terrorista ETA.

Pero en los últimos tiempos la izquierda nacionalista vasca se ha llevado varios disgustos (desde ‘Ocho apellidos vascos’ a la serie ‘Patria’). A este catálogo hay que añadir ‘La Infiltrada’, que en su primer fin de semana en las salas cinematográficas superó todas las previsiones al rebasar el millón de euros de recaudación.

El film de Arantxa Echevarría está protagonizado por Carolina Yuste y Luis Tosar y se ha convertido en el segundo mejor estreno del cine español. El film versa sobre la infiltración por parte de una policía en el entorno de ETA, retrata el asesinato de Gregorio Ordóñez y ha recibido una dura crítica por parte del diario abertzale Gara.

‘OCHO APELLIDOS VASCOS’

El diario Gara también recibió de forma fría al éxito de ‘Ocho apellidos vascos’. Su crítico Mikel Insausti aseguró en 2014 que «nada bueno se podía esperar de una producción cinematográfica de Telecinco», que parió según él un relato de la «España involucionista gobernada por la derecha más rancia».

«Resulta un completo despropósito que dentro de la propia película intérpretes que no son vascos jueguen hacer de vascos que imitan acentos de chiste, confundiéndose con los que en la ficción se hacen pasar por vascos de zarzuela», comentaba.

Insausti reparaba en el lío que se hicieron los responsables del film «a la hora de diseñar una irreductible aldea vasca, ya que les ha salido una aldea global de campo y ciudad, de mar y montaña. Fruto de semejante mestizaje nunca visto la chica supuestamente abertzale pretende casarse embutida en un lujoso vestido blanco, digno de una boda gitana».

A la izquierda abertzale todavía le gustó menos ‘Patria’, que en 2020 aterrizó en HBO entre críticas de dirigentes como el eurodiputado de EH Bildu Pernando Barrena, que aseguró que la obra «no es el relato, es el relato de una de las partes: la del constitucionalismo español, gran patronal, los parapoliciales, los tribunales de excepción, los torturadores…».

El dirigente puso firme al autor del libro adaptado televisivamente, Fernado Aramburu: «Y contada por alguien que vivía en Alemania. Tienen derecho a contar su verdad, pero no es la verdad». Y otro exdiputado. Joseba Permach, afirmó que el Estado español quería «ocultar que detuvieron y torturaron a miles y que mataron a centenares de personas».

‘NO ME LLAME TERNERA’

El secretario general de Sortu (partido integrado en EH Bildu), Arkaitz Rodríguez, saludó el pasado año con antipatía el estreno de ‘No me llame Ternera’ en el Festival de San Sebastián porque lo consideró una obra «extremadamente parcial de lo que ha sido el conflicto».

Ternera Moncloa
Josu Ternera.

El documental de Jordi Évole, según Rodríguez, «hace abstracción de la violencia del Estado» y cree que la estrella de La Sexta debiera haber ofrecido un relato «algo más coral, algo más plural, algo más objetiva de lo que ha sido el conflicto».

Évole, según Rodríguez, ha realizado un relato de «buenos y malos, justos e injustos, vencedores y vencidos». Y al propio Ternera no le ha gustado el documental al asegurar que al periodista le ha faltado «contextualizar».

CAMBIO DE PARECER

La derecha política y mediática a nivel estatal lanzó una campaña contra el estreno de ‘No me llames Ternera’ en Zinemaldia, pero el lúgubre relato del exdiputado acabó enfadando a la izquierda abertzale.

«Los guardias civiles que murieron ya sabían cuál era su función. ¿No decían todo por la patria?», aseguró Ternera en la obra. Y sobre su vida dijo que «durante 50 años he participado en las luchas del pueblo vasco con muchos aciertos y errores. Malo sería para cualquier persona que después de 50 años luchando pensaría que su vida no tiene sentido. Sería monstruoso».

Medio millar de intelectuales, liderados por Rosa Díez, Mari Mar Blanco, Ana Iribar, Carmelo Barrio, Fernando Savater o Fernando Aramburu, que pidieron que Zinemaldia no estrenase el documental sin siquiera verlo. Entrevistar a Ternera, según estos intelectuales de la órbita el PP y Vox, «es blanquear el terrorismo y banalizar crímenes gravísimos por los que Josu Ternera, aún prófugo de la justicia, afronta una petición fiscal de 2.354 años de cárcel».

Todos ellos aseguraron que «el Zinemaldia es mucho más que un gran escaparate de la industria del cine. Constituye una verdadera e influyente escuela de lo que tiene valor o no en la cinematografía actual, que es tanto como decir en la cultura más popular, promoviendo a personas, ideas y modos de ver y vivir».

«Por esta razón, la eventual selección de un documental-entrevista al jefe de ETA José Antonio Urrutikoetxea, alias Josu Ternera, a cargo del periodista Jordi Évole y producido por Netflix España, no podría considerarse irrelevante», afirmaban.

Sin ver siquiera la cinta decían que «por desgracia, ese documental forma parte del proceso de blanqueado de ETA y de la trágica historia terrorista en nuestro país, convertida en un relato justificativo y banalizador que pone al mismo nivel a asesinos y cómplices, víctimas y resistentes».

«Sabemos que el Festival de Cine de San Sebastián no comparte en absoluto ni los motivos ni los fines de Josu Ternera ni de la banda ETA, que rechaza el blanqueamiento del terrorismo por activa o pasiva, que se adhiere a los principios y defensa de los Derechos Humanos. En esta confianza pedimos al Zinemaldia que excluya por completo de su programación ese documental y cualquier otro análogo que puedan producir en el futuro», remataban.

Jordi Évole, molesto por el intento de boicot, sacó las uñas: «Les aseguro que lo hemos hecho con una enorme responsabilidad periodística, con un absoluto respeto hacia las víctimas, y con la voluntad de que las generaciones más jóvenes conozcan uno de los episodios más negros de nuestra historia reciente».

El periodista, alarmado por la campaña contraria de la derecha mediática madrileña, recordó que «entrevistar no es blanquear, entrevistar no significa compartir las ideas del entrevistado. Parece mentira que todavía tengamos que aclarar cuestiones tan obvias».

Y el director del festival, José Luis Rebordinos, terció en favor de Évole al asegurar que el film «no blanquea a ETA, que yo he visto la película y que jamás programaría una película que yo creyera que blanquea a ETA».