El 82 por ciento de los presos por terrorismo que actualmente cumplen condena en firme o están en prisión preventiva cometieron su delito por el que se encuentran privados de libertad usando las nuevas tecnologías, según datos de Instituciones Penitenciarias. En la última década (2014-2023) más e 537 personas han resultado condenadas por delito de terrorismo, la mayoría por yihadismo, seguidos de etarras y otros grupos menores como Grapo y Resistencia Galega. Pero no todos ellos usaron las nuevas tecnologías para cometer sus delitos.
El dato del 82 por ciento lo ha facilitado este jueves el secretario general de Instituciones Penitenciarias, Ángel Luis Ortiz, en unas jornadas organizadas por el Ministerio del Interior sobre la reciente Estrategia Nacional contra el Terrorismo. Ortiz se ha referido al fichero FIES (fichero de internos de especial seguimiento) en las cárceles españolas para adelantar que, en la actualidad, quedan en la cárcel 82 personas con condenas por terrorismo o en situación de prisión provisional (54), clasificados por tanto dentro del Grupo A del fichero FIES.
«El 82% de esas personas condenadas o preventivos del Grupo A han cometido su delito usando las nuevas tecnologías», apuntó , poniendo en valor el mayor peso que tiene entre la población reclusa aquellos internos que cometen el delito en redes sociales o en otras plataformas de internet, como puede ser la propaganda y el auto adoctrinamiento yihadista, uno de los principales problemas en las prisiones españolas, ya que muchos nuevos terroristas son captados precisamente dentro de la cárcel.
36 PRESOS POR TERRORISMO CON CAPACIDAD PARA CONVENCER
El director general de Instituciones Penitenciarias también informó de que son 36 los presos clasificados en el Grupo B, que son aquellos con «capacidad para convencer y radicalizar» a otros en el terrorismo. De ellos, 33 son penados por un delito que «nada tiene que ver con el terrorismo».
Por último, ha informado de que en el Grupo C, «susceptibles de ser captados», hay otros 70 presos en las cárceles españolas, igualmente por delitos que no guardaban relación con el terrorismo cuando ingresaron en prisión. Sobre estos se ejerce una vigilancia discreta dentro de prisión.
La última «Actualización de la Estrategia Nacional contra el Terrorismo (ENCOT)» 2023 publicada advierte de que desde la primera estrategia de 2012 «se han ido elaborando nuevos documentos con objeto de anticiparse tanto al fenómeno terrorista como al de la radicalización violenta, con el fin de afrontar los cambios y la evolución que suponen dichas lacras. La manera de afrontar dicha realidad también ha conllevado que todas estas estrategias se encuentren sujetas a evaluaciones periódicas para determinar el grado de cumplimiento de sus objetivos, así como optimizar la distribución de recursos y la concentración de esfuerzos».
Fruto de esta evolución nació la Estrategia contra el Terrorismo del 2019 (ENCOT-2019), primera con una difusión pública y en la que se implicaba a la sociedad en su conjunto como actor relevante en la lucha contra el terrorismo. Este hecho pretende quedar totalmente normalizado en esta nueva Estrategia Nacional Contra el Terrorismo (ENCOT-2023).
LOBOS SOLITARIOS
De esta forma, la Estrategia Nacional Contra el Terrorismo «se concibe como un documento dinámico que permite su adaptación ante las amenazas cambiantes y la evolución de las tácticas terroristas, así como de la amenaza ligada a las prácticas de los diferentes grupos y de los distintos actores vinculados con los extremismos violentos. En esta evolución concurren factores como el deterioro de la seguridad global, el retorno de los Combatientes Terroristas Extranjeros (CTE), las acciones realizadas por actores solitarios, la propaganda terrorista y extremista, así como los procesos de radicalización desarrollados en las prisiones».
«EL TERRORISMO Y SUS ACTORES SIGUEN SIENDO DE ORIENTACIÓN YIHADISTA EN SU MAYORÍA»
De manera que, según afirma ENCOT en sus documentos, «el terrorismo y sus actores siguen siendo predominantemente de orientación yihadista. Emplean cada vez más recursos de tecnología avanzada, incluidos drones, criptografía y redes sociales. La tecnología también les permite continuar con sus labores de captación y radicalización, además de coordinarse y comunicarse con mayor facilidad y eficacia. Disponen de una estructura más descentralizada y difusa, lo que dificulta su identificación y desmantelamiento. Han adoptado un enfoque cada vez más centrado en objetivos blandos» y «apoyan la actuación de actores solitarios sin vínculos con organizaciones y con afectación por algún trastorno mental».
En esta jornadas sobre Estrategia Nacional contra el Terrorismo también estuvo el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez, que las clausuró y contó con la participación entre otros especialistas de la fiscal de la Audiencia Nacional Raquel de Miguel Morante, que explicó el papel de los menores de edad en la difusión de los contenidos radicales en redes sociales. La directora del Departamento de Seguridad Nacional (DSN), Loreto Gutiérrez, fue la encargada del discurso de apertura. Las jornadas organizadas por el Ministerio del Interior contaron con la presencia de varios mandos policiales como el mayor de los Mossos d’Esquadra, José Luis Trapero, así como otros altos cargos, como la directora del Centro Nacional de Inteligencia, Esperanza Casteleiro.
