Deléitate con este irresistible calabacín gratinado que se funde en tu boca

El calabacín gratinado es una de esas recetas con la magia de convertir ingredientes simples en un plato delicioso y sorprendente. Suave, cremoso, y con ese toque dorado irresistible que solo un buen gratinado puede ofrecer, este calabacín gratinado es la elección perfecta para acompañar cualquier comida o incluso como protagonista de un almuerzo ligero. La clave de su éxito reside tanto en la elección de los ingredientes como en el amor puesto al preparar cada capa que, al salir del horno, se convierte en un manjar que se funde en tu boca.

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Paso a paso para hacer este plato ligero al horno

Para comenzar a preparar el calabacín gratinado, primero debes cortar los calabacines en finas rodajas, lo suficientemente delgadas como para que se cocinen uniformemente, pero sin que pierdan su consistencia. La cebolla y el ajo se pican finamente, y se sofríen en una sartén con un poco de aceite de oliva hasta que se vuelvan transparentes y fragantes. Después, se agrega la nata líquida, se sazona con sal, pimienta y una pizca de nuez moscada, y se deja cocinar a fuego lento durante unos minutos para que los sabores se mezclen y se intensifiquen.

Una vez que la mezcla esté lista, se colocan las rodajas de calabacín en una fuente para horno, intercalándolas con el sofrito de nata, cebolla y ajo, asegurándote de cubrir cada capa con un poco de queso rallado. Por último, se espolvorea generosamente más queso por encima para obtener ese gratinado dorado que hará que este calabacín gratinado se vuelva realmente irresistible. Se lleva la fuente al horno precalentado y se cocina hasta que los calabacines estén tiernos y el queso esté burbujeante y dorado.