Durante el juicio que se sigue en la Audiencia Provincial de Madrid por el asesinato de Juana Canal se esperaba con especial interés la declaración de Jesús Pradales, pareja y asesino confeso de la mujer. Reconoce ser autor de un homicidio involuntario, usando una estrategia similar a la de Daniel Sancho en Tailandia.
En su declaración ante el juez, Pradales, se ha reafirmado en que la muerte de Juana fue accidental. Que sobrevino después de que le diera un golpe para evitar que esta siguiera agrediéndole de forma violenta. Una reacción, según sus palabras, fruto del alcoholismo que padecía Juana. Una historia para justificar un homicidio que, inevitablemente, recuerda al caso de Daniel Sancho.
Pradales se mostró seguro en todo momento, vestido de negro, a pesar de enfrentarse a una petición de 15 de años de prisión tanto por parte de la Fiscalía como de la familia de la fallecida. Sin embargo, la defensa habla en todo momento de homicidio imprudente y recalca que habría prescrito a los cinco años de haber tenido lugar.
«HIZO TODO LO POSIBLE POR OCULTARLA»
Tras acabar con la vida de Juana Canal, Jesús descuartizó y enterró el cuerpo. Para la Fiscalía, Pradales «hizo todo lo posible por ocultar cualquier tipo de vestigio o prueba que llevara a acercarnos a lo que sucedió».
La carga incriminatoria contra el procesado se basa en una prueba indiciaria y circunstancial. A su favor, Jesús Pradales cuenta con la inexistencia de una autopsia que determine la causa exacta de la muerte, así como imágenes o grabaciones que captaran al hombre cometiendo el crimen.
Con estos elementos, el Jurado Popular deberá determinar si la muerte de la mujer fue provocada de manera accidental o hubo predeterminación por parte del acusado de acabar con la que era su pareja.
En su declaración, Jesús hizo un histórico de su relación con Juana Canal. Según su relato conoció a Juana, a la que él cariñosamente llamaba Juani, en septiembre de 2002. Transcurridas dos semanas se fue a vivir con ella y con los dos hijos de la víctima. Asegura que «fue un flechazo» por lo que decidió irse a vivir con ella. «Lo dejé todo», afirmó. Pronto, descubriría, según su historia, que Juana era alcohólica.
La noche del crimen, en febrero de 2023, relató Pradales ante el jurado, Juana estaba «más violenta» de lo normal y comenzaron una discusión. «Se levantó y comenzó a pegarme y a decirme que iba a llamar a la Policía», aseguró.
Tras la llamada de la mujer, varios agentes de la comisaría de Ciudad Lineal, barrio en el que vivía la pareja, se presentaron en el lugar a las dos de la madrugada y se fueron al comprobar que no era necesaria su intervención. Según Jesús Pradales, al irse los agentes, él quiso irse del piso, pero Juana no quería dejarle ir y comenzó a agredirle de nuevo.
«Se metió con 600 euros en el baño y dijo que los iba a tirar por el wáter. Al salir, empezó otra vez a agredirme con los puños y a insultarme. La aparte con el brazo. Fue un empujón y escuché un golpe seco cuando cayó cerca de una mesilla. Me fui y al rato, al no escucharla volví. Es una imagen que no podré olvidar», continúo Jesús con su relato de los hechos.
Aunque sopesó la idea de llamar a una ambulancia, la desechó. «Entré en pánico. Estaba acojonado. No sabía qué hacer. Lo primero que se me ocurrió fue sacar el cuerpo. Cogí a Juani y la llevé al descansillo del portal, pero había una vecina», ha reconocido. Una declaración que recuerda al «miedo insuperable» que alegó Daniel Sancho en el asesinato, y posterior descuartizamiento, de Edwin Arrieta.
Fue en ese momento, cuando decidió descuartizarla. «Se me ocurrió lo de la bañera. ¡Cómo podía llevarla si no era así! Parecía que no era yo. Cogí un cuchillo, pero no recuerdo ni el baño ni nada. No podía llevarme el cuerpo entero. Estaba aterrado», afirmó reconociendo que descuartizó el cuerpo en la bañera.
Luego, metió el cuerpo en unas maletas y se trasladó a un paraje en Ávila, donde excavó dos hoyos y echó los restos «cuando ya el día empezaba a clarear». Se deshizo de las maletas en varios contenedores de Madrid. Unas semanas después se acercó a una comisaría de Ventas para confesar los hechos, pero no fue capaz y se fue.
Cuando el letrado de la acusación Juan Manuel Medina le interrogó, Jesús Pradales añadió el detalle de que Juana había llegado a amenazarle con autoagredirse con un cuchillo en el cuello pera culparle a él de la agresión.
Jesús presentó en la madrugada del 24 de febrero de 2003 una denuncia falsa en la Comisaría de la Policía Nacional de Carabanchel en la que hacía referencia a unas supuestas agresiones físicas y lesiones a manos de Juana en el transcurso de dicha discusión tras la que ella desapareció.
Dos días antes, uno de los hijos de la mujer encontró una nota redactada por el procesado, que le indicaba que habían tenido una fuerte pelea y que ella había salido corriendo y no había logrado encontrarla.
Según las diligencias, el homicida siempre ocultó a sus familiares y a su mujer las supuestas agresiones que sufrió y se limitó a comentar que la denuncia era por haberle sustraído supuestamente Juana unos 700 euros, que incluso llegó a reclamar a su hijo.
ANTECEDENTES POR MALOS TRATOS
Jesús Pradales fue detenido en abril de 2006, tres años después del crimen, por malos tratos a su pareja en una gasolinera delante de sus hijos.
El 18 de abril de 2006 fue detenido por la Policía Nacional en Getafe por un delito de atentado a la autoridad y malos tratos en la persona de su pareja al «agredirla en la parte de atrás de una gasolinera, en presencia de los hijos menores» de la mujer.
Constan además otras dos detenciones practicadas por la Guardia Civil, en diciembre de 2003 y mayo de 2005, por delitos contra la seguridad del tráfico y otros.