La visita del Papa Francisco a Timor Oriental ha sido un evento trascendental para este país. En su homilía ante más de 600.000 personas, el Sumo Pontífice resaltó la importancia de la humildad y la necesidad de hacernos «pequeños» ante Dios y los demás para que Él pueda obrar milagros en nuestras vidas.
El mensaje del Papa Francisco fue claro: debemos dejar de lado nuestros planes y ambiciones personales para hacer sitio a los más pequeños y vulnerables de la sociedad. Solo así podremos abrirnos a la acción transformadora del Señor y recibir Su gracia y bendición.
La Importancia de Hacerse Pequeño
El Papa instó a los fieles a no tener miedo de hacerse «pequeños ante Dios» y ante los demás, de «perder la vida» y de «renunciar» a cosas para ayudar a un hermano o hermana a ser mejor y más feliz. Según él, la verdadera realeza se ve «en aquellos que dan su vida por amor».
Francisco resaltó que cuando nace un nuevo niño, «incluso el más frío de los corazones se calienta y se llena de ternura; los desanimados vuelven a encontrar la esperanza, los abatidos vuelven a soñar y a creer en la posibilidad de una vida mejor». Esto se debe a que los recién nacidos llevan un mensaje de esperanza tan fuerte que conmueve incluso a las almas más endurecidas.
Por eso, el Pontífice elogió el alto porcentaje de jóvenes en Timor Oriental, donde alrededor del 65% de la población tiene menos de 30 años. Según él, «hacer sitio a los pequeños, acogerlos, cuidarlos y hacernos -todos nosotros- ‘pequeños’ ante Dios y ante los demás, son precisamente las actitudes que nos abren a la acción del Señor».
La Necesidad de Conversión y Misericordia
El Papa Francisco también se refirió al pasaje bíblico de Isaías, que hablaba de una época próspera para Jerusalén, pero también de una época de «gran decadencia moral» en la que los ricos y acomodados «se dejaron seducir por sus riquezas y abandonaron a los pobres, lo que llevó a la infidelidad y a la pérdida de la religiosidad genuina».
Según el Pontífice, esta «fachada engañosa de un mundo que a primera vista parece perfecto esconde una realidad mucho más oscura, miserable, dura y cruel». Por eso, el profeta Isaías anunció un nuevo comienzo para el pueblo, en el que Dios abriría ante ellos «un futuro de esperanza y alegría, donde la opresión y la guerra serán desterradas para siempre» y los liberaría «de las tinieblas del pecado que lo oprime».
Pero este nuevo comienzo, enfatizó el Papa, no vendría a través del poder de ejércitos, armas y riquezas, sino mediante el don de un hijo, es decir, a través de la humildad y la entrega de Jesús.
En resumen, la visita del Papa Francisco a Timor Oriental ha sido una poderosa llamada a la humildad, la conversión y la misericordia. Su mensaje de hacernos «pequeños» ante Dios y los demás para que Él pueda obrar en nosotros ha sido una inspiración para todo el país y un ejemplo a seguir para el resto del mundo.