Las agresiones a los agentes de la Policía Nacional se ha convertido en la normalidad en las calles de España. Sin ir más lejos, en la madrugada del 19 de agosto un agresor apuñaló a un policía nacional en el brazo e hirió a otros tres agentes durante una intervención policial en un local de ocio de O Calvario (Vigo).
La herida del brazo requirió 14 puntos de sutura, mientras que los otros tres agentes heridos tienen contusiones y esguinces. El presunto agresor, sin embargo, ha quedado en libertad, mientras los agentes están de baja.
En Alcalá de Henares (Madrid), un agente tuvo que disparar al aire para detener una pelea con machete, tijeras, puñal y un palo de grandes dimensiones. «Se habían repartido equitativamente las armas» para matarse en un parque de la localidad y a plena luz del día, a las 17.00 horas. A la llegada de los agentes, los contendientes la emprendieron contra los agentes, obligando a uno de ellos a sacar y disparar su arma reglamentaria para impedir que la agresión fuera a mayores. Los dos agresores fueron detenidos.
UN NAVAJAZO NO LLEVA A LA CÁRCEL
Estos dos sucesos han ocurrido con tan solo 72 horas de diferencia y en ambos casos hay un nexo común: «La falta del principio de autoridad», según denuncian los sindicatos Jupol y la Unión Federal de Policía. En el caso de Vigo, además, el agresor ha quedado en libertad, un hecho incomprensible tras una agresión a cuatro agentes.
A finales de julio, la agresión sucedió en Madrid. Los agentes de la Policía Nacional detuvieron a trece personas en el distrito de Puente de Vallecas, acusados de tentativa de homicidio, riña tumultuaria y atentado a un agente de la autoridad. En el transcurso de una pelea entre varias personas a palos, los agentes llegaron al lugar y fueron objetivo de los agresores. Como en los anteriores casos, de nada sirvió el intento de mediación. De hecho, una de las mujeres llegó a clavar una navaja a un agente, con suerte de que llevaba chaleco antibalas y no llegó a traspasarle.
«Estamos llegando a unos niveles insostenibles de agresiones a policías y en general a FFCCS. No vamos a manipular cifras, son fácilmente comprobables en portales estadísticos», afirman desde la Unión Federal de Policía. «Año tras año la estadística aumenta de forma considerable», destacan, por más que otras policías autonómicas traten estos delitos de «lesiones leves», como ha propuesto el PNV en el País Vasco, para no elevar las alarmantes cifras de apuñalamientos.
LA POLICÍA, OBJETIVO DE LAS AGRESIONES CALLEJERAS
Los agentes de la Policía Nacional piden poner fin a las «absurdas y caras campañas de concienciación entre los propios policías», más cuando son los primeros en acudir y dar la cara en estas situaciones de peligro. «Quien debe concienciarse es la sociedad y más en concreto el Poder Judicial», arremeten.
En este sentido, instan a los jueces y al Gobierno de Pedro Sánchez a reformar el delito de atentado a la autoridad. «Cada policía agredido es un delito de atentado a la autoridad», instan. «Urge un protocolo policial, con verificación y apoyo del Ministerio de Justicia, para acodar lo que en este país es ya urgente: cada agresión a un policía, por mínima que sea, es un delito de atentado».
En el caso de Vigo se ha puesto de manifiesto que un agresor puede quedar en libertad tras enfrentarse y rajar a cuatro agentes de la Policía Nacional, una muestra de la falta de protección para un Cuerpo de Seguridad que está siendo arrasado por la falta de medios y protección del Ejecutivo.
LAS DECISIONES JUDICIALES, INCOMPRENSIBLES
«Este tipo de decisiones no hacen más que menoscabar el ya de por si mermado principio de autoridad que tienen actualmente los agentes de la Policía Nacional, además de suponer una humillación a la imagen de todos los agentes del cuerpo nacional de la policía y a la propia institución», señala el sindicato.
Solo el año pasado, las agresiones a agentes de la Policía Nacional superaron las 12.000, «por lo que este tipo de decisiones judiciales no hacen más que blanquear este tipo de actuaciones y desproteger a los agentes frente a los violentos».
Los agentes de la Policía Nacional llevan años denunciando esta inseguridad a la que se enfrentan a diario, con escasos recursos materiales y humanos, mientras los índices de criminalidad e inseguridad no dejan de aumentar, cada vez más violentos contra los propios policías nacionales y con «una palpable pérdida del principio de autoridad de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado». Todo ello, sin ser reconocidos como trabajadores en una profesión de riesgo.