El fraude en el recuento de votos de las pasadas elecciones en Venezuela es de tal calibre que hasta los datos ofrecidos, con el 80% escrutado, son inverosímiles. No se trata de acusar por acusar, sino de demostrar que las cuentas realizadas con los porcentajes y votos ofrecidos por el Consejo Nacional Electoral (CNE), presidido por Elvis Amoroso, solo son posibles con una probabilidad de una entre un billón de escenarios. Todo, pese a que Yolanda Díaz, ministra y vicepresidenta del Gobierno de España, inste a aceptar los resultados sin más, como dogma de fe.
Es un detalle matemático, una simple operación, que muestra un resultado con decimales en los votos, algo imposible en unas elecciones, pero que el régimen de Maduro ha pasado por alto en sus trampas a la hora de divulgar los resultados con el 80% de los votos.
Para ir por partes, el régimen venezolano de Nicolás Maduro y el CNE se han saltado la Constitución que tanto dicen defender, hasta con un combate contra Elon Musk si fuera necesario. Por un lado, el régimen de Maduro ha incumplido su propia ley electoral, que obliga a publicar las actas con un plazo máximo de 48 horas desde el cierre de urnas, a las 18.00 horas del pasado domingo 28 de julio.
Sin publicar las actas ni tampoco haber contado con un escrutinio del 100%, el CNE volvió a incumplir con la Constitución y las leyes deyola Venezuela al dar la victoria a Maduro. La Ley Orgánica de Procesos Electorales (LOPRE) del país hispanoamericano señala que el plazo para la «totalización» -recuento total de votos- es de 48 horas.
MADURO SE SALTA SU PROPIA LEY ELECTORAL
«La Junta Nacional Electoral y las Juntas Electorales, éstas últimas bajo la supervisión de la primera, tendrán la obligación de realizar el proceso de totalización en el lapso de cuarenta y ocho (48) horas», indica en su artículo 116. «En caso de que las Juntas Electorales no hubiesen totalizado en el lapso previsto en el artículo anterior, la Junta Nacional Electoral podrá realizar la totalización», indican. Es decir, si los resultados no se cuentan, la Junta deberá hacerlo. El CNE está controlado por los chavistas de Maduro e incluso se juegan el cargo si no siguen estrictamente las órdenes de los superiores.
«La totalización deberá incluir los resultados de todas las Actas de Escrutinio de la circunscripción respectiva», apunta la normativa venezolana. El CNE aún no ha publicado ni la totalización de los votos como tampoco las actas y la paciencia de la comunidad internacional comienza a agotarse 72 horas después del cierre de las urnas, a pesar de las flagrantes irregularidades cometidas durante la jornada electoral, como las restricciones de accesos en los centros de votación, como el cierre de colegios electorales durante horas, así como el veto de entrada a testigos a la hora de conocer el recuento final de las mesas electorales.
Las actas son obligadas por ley y el plazo para publicarlas ha expirado, por más que el régimen de Maduro dictamine lo contrario y se haya autoproclamado vencedor de unos comicios ganados por Edmundo González Urritia, con el liderazgo de María Corina Machado, inhabilitada por el régimen debido a su tirón personal entre el pueblo venezolano. Tal fue la aplastante victoria que los seguidores de Maduro se quedaron en sus casas para celebrarlo, mientras la oposición en bloque salió en las calles para reclamar justicia.
NICOLÁS MADURO SE NIEGA A PUBLICAR LAS ACTAS
Nicolás Maduro se ha negado en rotundo a publicar las actas, por más que asegure que lo hará. De hecho, como es habitual en las dictaduras, Maduro ha comparado la situación con lo sucedido en otras elecciones donde hubo acusaciones de fraude. «La ultraderecha fascista de Venezuela grita fraude fabricando actas con todo su plan mediático y criminal en el mundo», ha asegurado.
Todo ello tras presentar un recurso ante la Sala Electoral del Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, que «llamará a todos los partidos» y «espero que acudan al llamamiento». Asimismo, afirma que «la ley establece en un período, pero ha habido un ataque informático al CNE que ha destruido los sistemas», ha excusado.
LOS NÚMEROS HUNDEN EL RELATO DE MADURO Y YOLANDA DÍAZ
No obstante, volviendo a los números ofrecidos por el CNE deja claro que no hubo redondeo alguno en los porcentajes. Me acabo de dar cuenta de un detalle matemático en los números que dio el CNE. El resultado dado por los de Amoroso arrojó una victoria para Maduro del 51,2%, frente al 44,2% de los de Edmundo González y el 4,6% del resto de partidos. Fueron porcentajes exactos, de hasta cinco ceros en los decimales. Un hecho que deja sin lugar a dudas que el redondeo se hizo en los votos, cuando en teoría es lo que se contabiliza en unas elecciones.
De esta forma, por cada 1% del escrutinio se corresponden exactamente 100.587,73 votos. Con más de diez millones de votos y un porcentaje de solo tres dígitos, en caso de que un candidato obtuviera un margen de más o menos 4.000 votos, el porcentaje de votos ofrecidos por el CNE era exactamente el mismo por el redondeo. Es decir, una exactitud matemática digna de un cirujano que opera a vida o muerte con éxito. Precisión milimétrica.
La coincidencia de los datos es tal que en los restos de la operación solo es de un voto, que se sumó a los partidos minoritarios. Para hacer la cuenta, el régimen de Maduro tuvo que asignar el porcentaje exacto, el mismo obtenido en 2013, 51,2%. Si se cuentan los votos totales, 10.058.773, y se saca el porcentaje, el número de votos no es exacto: 5.150.091,776. El CNE dio 5.150.092 votos. Mientras que la oposición obtuvo con esos cálculos un total de 4.445.977,666 votos. 462.703,558 fueron para los partidos minoritarios.
MADURO IMPUSO PORCENTAJES ANTES QUE LOS VOTOS
El cálculo del porcentaje dado por el CNE suma el 100% con estos resultados, pero con el redondeo de decimales sumaría más de ese porcentaje, superando el máximo permitido. Todo sin redondeo. De esta forma, el fraude estaba hecho y con ello todo el embrollo posterior, con las críticas de una oposición que sí ha mostrado las actas que ha tenido disponibles, incluidas las que dan a Maduro la victoria en algunos de los centros, como es lógico y normal.
Las actas, además, no se pueden manipular de forma sencilla, de ahí la tardanza en publicarlas por el régimen. Maduro ha afirmado por activa y por pasiva que las actas de la oposición son «falsas y manipuladas». No obstante, «el mejor sistema electoral del mundo» -como define el chavismo- deja huella y rastro. De nuevo, por partes.
Para reconocer si son falsas estas actas hay que entender cómo es el acta electoral en Venezuela, desde el encabezado -imagen de arriba- hasta los códigos de los partidos. En la parte superior está impreso el código de identificación única del acta, un número alfanumérico facilitado por la máquina de votación, que es única en cada centro electoral. Se trata de un número exclusivo por cada impresión.
LAS ACTAS DE LA OPOSICIÓN, CONTRASEÑA PARCIAL Y CINCO FIRMAS
En caso de que se imprima una nueva acta, con resultados diferentes, la máquina del acta ofrecerá un nuevo código. La única fórmula que tiene el régimen de Maduro para mostrar actas distintas con distinto código es haber introducido otros números, pero la propia máquina envía los datos al centro del CNE, donde se contabilizan los votos. No obstante, para que las máquinas puedan imprimir un nuevo documento es necesario incluir una contraseña, que está dividida entre los distintos partidos y el CNE.
Es decir, para poder cambiar el acta es necesaria la colaboración de los apoderados de los partidos que tienen su parte de la contraseña. Es la única forma de poder imprimir de nuevo. Las malas lenguas apuntan que el régimen de Maduro está buscando una solución con hackers llegados de China para modificar el software, pero aún así, las actas tienen más elementos de seguridad que impiden la falsificación.
El acta es un ticket vertical, pero por motivos de espacio se ha colocado la parte de partidos una al lado de otra.
Tal y como se visualiza, cada acta ofrece un número y los votantes de cada centro, en números y letras. Abajo se separa al candidato con los partidos que le apoyan. Cada partido tiene su código propio y en la tercera columna se muestra el número de votos de cada formación. La suma total del candidato se ofrece en el «totalizado» al final de la votación. Este sistema impide tener votos nulos, mientras quienes acuden escogen una formación, sin que tampoco se hayan contabilizado votos en blanco.
EL CNE SE SALTÓ LA LEY ELECTORAL
Por último, cada acta está sellada por un presidente, un secretario, miembro A, Testigo A, Testigo B y un operador -persona del CNE-. Todas las actas se cierran con un código QR y están firmadas por los cinco miembros que han vigilado el proceso. Asimismo, cada código QR ofrece un código binario y que solo puede leer en un terminal del CNE. Para su validez, se ofrece también un código único.
Es decir, que para poder manipular el acta se necesitan cinco firmas, un código QR del CNE, la máquina de votación y las contraseñas en manos de los partidos. La controvertida cuestión es que, además, cada uno de los cinco miembros aporta su DNI -cédula de identificación- en cada acta. Según algunos testimonios, el gobierno chavista estaría amedrentando y amenazando a testigos -apoderados de los partidos- para volver a firmar las actas.
El problema ahora para el chavismo, en caso de publicar actas distintas a la oposición, es que cada operador del CNE está inscrito en cada una de las actas, con su firma y DNI, un hecho prácticamente imposible de falsificar dado que las cédulas de identificación y su concordancia con el nombre solo están disponibles en la web del CNE y lleva caída desde el pasado domingo. Asimismo, raro sería que cada miembro del partido de Maduro negara su firma en las actas.