La historia de Tarzán se trasladó a la vida real y una mujer australiana logró conquistar el corazón del rey de la selva. Aunque parece una ficción, el Tarzán del siglo XXI existe y su vida es viral en redes sociales gracias a esta romántica historia de amor.
Una mujer experta en finanzas decidió dejar su vida en Australia para mudarse a Ecuador con su nuevo amor, a quien conoció mediante redes sociales. La feliz pareja se instaló en la selva del país latinoamericano y van rotando en diversas comunidades indígenas para vivir diferentes experiencias.
Cómo empezó la historia de amor de Tarzán y la empresaria australiana
La historia comenzó gracias a la magia de redes sociales y ambos empezaron una relación a distancia mediante ellas. A pesar de los diferentes estilos de vida, la joven Jordan Hauenschild decidió dejar todo en la gran ciudad para trasladarse a Ecuador y vivir con Pitiuruk, a quien ella optó por llamar como “Tarzán de la vida real”. Mediante su cuenta de Tik Tok la mujer de 24 años cuenta su historia que logró una inmensidad de views y consiguió cautivar a una gran parte del público.
“No podía creer que alguien de ese exótico pedazo de tierra me respondiera. Para una niña que vive una vida occidental en la costa de Queensland, hablar con alguien del Amazonas que vive en una cabaña fue simplemente surrealista”, contó la mujer que comparte a diario su historia de amor propia de una película de Hollywood.
Cómo es la nueva vida de Tarzán y su mujer
Después de tomar la radical decisión de dejar la ciudad para vivir con Pitiuruk, Jordan se mudó a la provincia de Pastaza, en Ecuador, para vivir junto a la familia de su amor y comenzar una nueva aventura como guías para turistas sobre la vida en el Amazonia. Ambos realizan actividades y organizan expediciones de visitas guiadas juntos para dar a conocer al público la cultura del hombre.
La mujer contó cuáles fueron los desafíos que se tuvo que enfrentar por la diferencia cultural entre ambos, que no resultaron ningún obstáculo para vivir con intensidad este vínculo romántico. “Nuestras conversaciones giraban principalmente en torno a nuestra forma de vida, qué hacemos durante el día, qué comemos, dónde dormimos y cómo vivimos. Le mostraba mi habitación y él me explicaba un día de su vida viviendo en el Amazonas, lo cual es bastante único”, reveló.
