Varios países miembros de la OTAN han expresado su creciente preocupación ante la sospecha de que Rusia podría haber saboteado infraestructuras críticas en el Mar del Norte.
Esta inquietud ha sido reportada por el diario británico Times, que sugiere que algunos líderes europeos temen que Moscú esté minando oleoductos, gasoductos y cables eléctricos submarinos en la región.
Las sospechas comenzaron a tomar forma con el inicio del conflicto en Ucrania, intensificándose con denuncias de empresas propietarias de estas infraestructuras sobre actividades similares atribuidas a Rusia.
Aunque no se han encontrado pruebas de minado en todas las áreas, se han identificado explosivos en cables marítimos del Reino Unido desde el comienzo de la guerra, lo que ha aumentado la alarma.
No obstante, algunas zonas han sido revisadas y confirmadas como seguras. Thomas De Spiegelaere, de la unidad de seguridad marítima de Bélgica, aseguró que no se han detectado minas en los cables y tuberías que pasan por debajo de Holanda y Bélgica.
Actividades sospechosa
Según información del medio belga De Tijd, alrededor de 160 buques rusos han mostrado comportamientos sospechosos cerca de infraestructuras críticas en el Mar del Norte en los últimos diez años.
En 749 ocasiones, estos barcos estuvieron a menos de un kilómetro de oleoductos, y en 72 ocasiones, cerca de cables eléctricos. Además, casi 130 veces se observaron comportamientos extraños cerca de cables de datos.
Aunque estos buques sigan rutas normales, las autoridades belgas consideran sus acciones sospechosas, sugiriendo que incluso los barcos privados rusos podrían estar trabajando para el Estado.
Reacción de la OTAN
La posible amenaza de sabotaje ruso en el Mar del Norte ha generado una respuesta significativa de la OTAN, que ahora está en alerta máxima para proteger estas infraestructuras críticas.
La seguridad marítima se ha convertido en una prioridad, y se están tomando medidas adicionales para monitorear y asegurar las rutas submarinas esenciales para Europa.
Este incidente se enmarca en un contexto de tensión creciente entre Rusia y Occidente, exacerbado por la guerra en Ucrania.
La posibilidad de sabotaje ruso no solo afecta la seguridad energética de Europa, sino que también representa una escalada en las tácticas de guerra híbrida, donde los ataques cibernéticos y físicos a infraestructuras críticas se utilizan para desestabilizar a los adversarios.