Siete franciscanos españoles asesinados en Damasco serán canonizados por el Papa el 20 de octubre

El Papa ha oficializado la santificación de Manuel Ruiz López, hasta ahora beato español, quien sufrió martirio en 1860 en Siria junto a siete compañeros franciscanos, la mayoría también españoles. Este importante anuncio, realizado tras el Consistorio Ordinario Público de cardenales presidido por el Papa en el Palacio Apostólico, consolida la posición de Ruiz López entre los santos de la Iglesia Católica.

Manuel Ruiz López, ordenado sacerdote en 1830, dedicó su vida al servicio misionero en Tierra Santa y Damasco. Su martirio durante las persecuciones en Siria ha sido reconocido junto a otros mártires franciscanos y laicos maronitas, destacando su valentía y devoción en tiempos de crisis.

PROCLAMACIÓN DE SANTIDAD

En un acto significativo en el Vaticano, el Papa ha declarado a Manuel Ruiz López y sus compañeros mártires como santos de la Iglesia Católica. Tras el Consistorio Ordinario Público, Ruiz López será incluido en el libro de los santos junto a los franciscanos que compartieron su destino y a los hermanos laicos maronitas Francisco, Mooti y Rafael Massabki.

Manuel Ruiz López, tras ser ordenado en 1830, participó activamente en las misiones de Tierra Santa y luego en Damasco, donde enfrentó desafíos significativos como párroco de la iglesia de la Conversión de San Pablo. Su historia de sacrificio y servicio ha inspirado a fieles y estudiosos por igual, consolidándose ahora como un ejemplo de fe y perseverancia.

VIDA Y MARTIRIO

Manuel Ruiz López, tras su llegada a Tierra Santa en 1831, pronto se estableció en Damasco, donde dominó el árabe y se involucró profundamente en la comunidad cristiana local. Nombrado párroco, regresó temporalmente a España antes de asumir el liderazgo de la comunidad franciscana en Damasco en 1857.

En 1860, Ruiz López y siete compañeros enfrentaron una violenta persecución durante disturbios en Damasco, donde miles de cristianos fueron masacrados. Refugiados en el convento franciscano, resistieron hasta ser capturados y ejecutados por su fe. Este acto de martirio, documentado por la Real Academia de la Historia, marcó el inicio de su veneración y eventual beatificación en 1926 por el Papa Pío XI.