viernes, 22 noviembre 2024

La era de la desinformación o cómo conseguir objetivos sin pegar un tiro

«El mundo está dividido en tres grandes bloques». Así ha comenzado Miguel Ángel Ballesteros, general de brigada y ex director del Departamento de Seguridad Nacional, su conferencia explicativa sobre los retos de la era de la desinformación y la inteligencia artificial en el marco de la XLI Seminario de la APIE y la Universidad Menéndez Pelayo, que se celebra durante esta semana en Santander (Cantabria).

Los ritmos están marcados por la guerra de Ucrania e Israel, con las tensiones geopolíticas por Rusia, que domina toda la franja que se extiende por el Sahel -desde el sur de Marruecos hasta Somalia- y China, que pretende anexionar Taiwán antes de lo previsto. Estos bloques ponen de manifiesto una profunda división en el mundo.

CHINA Y EL DESAFÍO A EUROPA

Por un lado, están los que conforman el denominado ‘status quo‘, conformado por la OTAN, con el 15% de la población mundial, el 50% del PIB mundial y una población envejecida. En contraposición se sitúan los denominados ‘Revisionistas‘, con China y Rusia como máximos exponentes. Su composición es del 30% del PIB mundial y el 55% de la población mundial. Entre medias se sitúan los ‘Reformistas’, un grupo formado por Brasil, Suráfrica, India, Irán y Arabia Saudí, más próximos a posiciones ‘revisionistas’ que a Occidente.

Las tensiones entre los tres grupos están provocando fuertes desequilibrios. Y es que, además, de las guerras están las complicadas relaciones entre EE UU y China, con una guerra comercial que está afectando también al Viejo Continente, con una serie de vetos y aranceles cruzados que amenazan con una mayor escalada en las relaciones comerciales. Y todo ello, con unas elecciones en EE UU el próximo 5 de noviembre.

TRUMP Y BIDEN, ENTRE EL STATUS QUO O EL CAMBIO EN LA UE

Asimismo, en EE UU se percibe un «cansancio estratégico» en la población, un hartazgo ante la denominada ‘policía del mundo’. Y es que, los estadounidenses están cansados de solucionar conflictos enviando al ejército a los países en conflicto. De esta forma, la solución pasa ahora por consultar directamente a los mandos estadounidenses para dar con la solución, sin enviar a los hombres. Por esta razón, la primera potencia del mundo ha evacuado a su personal de las zonas de conflicto, como ocurrió en Afganistán o Siria. No obstante, el argumento muestra la necesidad de una presencia militar en zonas como Yemen o la costa israelí al ser zonas altamente estratégicas.

Por otra parte, EE UU está abandonando a la UE y le emplaza a defenderse ella misma de las amenazas venidas desde Asia y Rusia. A este escenario se le suman los riesgos derivados del Brexit y las relaciones con el máximo aliado de EE UU en Europa.

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«La UE tiene que ir a una integración energética, económica e industrial», apunta Ballesteros durante su intervención. En este sentido, también recuerda la estrategia del Banco Central Europeo, que pide a Europa la creación de campeones bancarios transfronterizos, entidades financieras más grandes y que puedan competir de tú a tú con los gigantes financieros de Asia y EE UU. Al mismo, considera necesario mantener una relación fluida y sin fronteras a la hora de comercializar el gas y la electricidad, creando así una Europa unida que pueda realizar compras conjuntas, como ocurrió con las vacunas durante la pandemia, no así con el material sanitario.

LOS ARANCELES CRUZADOS ENTRE CHINA Y UE

El escenario actual muestra un panorama peligroso por el proteccionismo, populismo y los extremismos. Así, surgen serias contradicciones cuando Europa diseña políticas proteccionistas para salvaguardar los intereses de la industria automovilística europea de coches eléctricos, como la imposición de aranceles a los fabricantes chinos, mientras se digiere una dura respuesta desde el gigante asiático al sector del porcino, golpeando directamente a la economía primaria española, líder en Europa.

Por otro lado, Ballesteros incide en recalcar el escenArio actual, un «mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo», denominado por las siglas VUCA. En este sentido, destaca que la «mentira, el bulo y la desinformación» se imponen a la verdad. De esta forma, distorsionan la realidad a través de campañas verídicas, pero basadas en mentiras o medias verdades, consiguiendo así objetivos «sin pegar un tiro». El ciudadano, además, percibe una realidad cambiada y que podría extrapolarse en las urnas, provocando cambios impredecibles.

Por este motivo, insiste en mantener las alarmas encendidas, más cuando los peligros ahora se centran especialmente en el control de los datos, siendo estos la clave en el desarrollo de los próximos conflictos.