El grupo parlamentario de los Socialistas y Demócratas (S&D) ha expresado su posible apoyo a la reelección de Ursula von der Leyen como presidenta de la Comisión Europea para la próxima legislatura. Sin embargo, los socialistas han establecido una condición innegociable: no se permitirá ningún tipo de pacto con la ultraderecha.
Esta declaración de intenciones tiene lugar tras conocerse los resultados preliminares de las elecciones europeas, donde el Partido Popular Europeo (PPE) se posiciona como la fuerza más votada con 186 escaños. A pesar de esta victoria, el PPE necesita formar alianzas para alcanzar la mayoría necesaria que le permita investir a su candidata, Ursula von der Leyen, como presidenta de la Comisión.
El vicepresidente del grupo S&D, Pedro Marques, ha sido el encargado de comunicar la postura de la formación. En una comparecencia ante los medios de comunicación, Marques felicitó al Partido Popular Europeo por su victoria electoral, pero enfatizó la necesidad de establecer un programa sólido para la próxima legislatura, en lugar de centrarse únicamente en la elección del presidente de la Comisión.
El S&D, que según las proyecciones habría obtenido 133 escaños, se muestra dispuesto a negociar con el PPE, respetando así el principio de que el candidato principal del partido ganador debe presidir la Comisión Europea. Sin embargo, Marques insistió en que el S&D no aceptará bajo ningún concepto un acuerdo que implique a partidos de ultraderecha, como Conservadores y Reformistas (ECR) e Identidad y Democracia (ID), liderados por Giorgia Meloni y Marine Le Pen respectivamente.
Esta postura del S&D añade un nuevo factor de complejidad al panorama político europeo. Los socialistas se presentan como un actor clave para la formación de una posible coalición de gobierno, pero su negativa a pactar con la ultraderecha podría limitar las opciones del PPE.
Las próximas semanas serán decisivas para el futuro de Europa. Los partidos políticos deberán negociar y llegar a acuerdos para formar una coalición de gobierno que afronte los retos del continente en la próxima legislatura. El resultado de estas negociaciones determinará no solo la presidencia de la Comisión Europea, sino también la dirección política de la Unión Europea en los próximos años.