En un momento en el que la tensión y la hostilidad se han apoderado de la Franja de Gaza, el Papa Francisco ha elevado su voz en un llamamiento a la paz. Durante una ceremonia conmemorativa del décimo aniversario de la oración por la paz celebrada en el Vaticano, el Pontífice ha pedido un alto el fuego y ha instado a trabajar por una paz duradera en la región.
La ceremonia, a la que han asistido los embajadores de Israel, Palestina, Ucrania y Rusia, así como 23 cardenales de la Curia Romana, ha sido una oportunidad para recordar los esfuerzos pasados por alcanzar un acuerdo de paz. Hace una década, los presidentes de Israel y Palestina, Simón Peres y Mahmoud Abbas, rezaron juntos por la paz en los jardines del Vaticano, un gesto simbólico que buscaba impulsar el diálogo y la reconciliación.
Lamentando los Estragos de la Guerra
En su discurso, el Papa Francisco ha dejado claro que la guerra es un «fracaso de la política y de la humanidad» y una «derrota frente a las fuerzas del mal». Ha advertido a los presentes que no deben engañarse pensando que la guerra «puede resolver los problemas y conducir a la paz». Por el contrario, ha afirmado que toda guerra «deja al mundo peor de lo que lo encontró».
Esta postura firme del Pontífice refleja su preocupación por los estragos que la violencia y el conflicto han causado en la región. Ha constatado que en los últimos meses se ha generado una «creciente estela de hostilidad», lo que le ha llevado a alzar su voz en favor de la paz.
Trabajando por una Paz Duradera
En este contexto, el Papa Francisco ha rezado en silencio al pie del olivo plantado hace una década por los presidentes israelí y palestino, como un símbolo de esperanza y de la necesidad de reanudar el diálogo. Ha hecho un llamamiento a los presentes para que se unan en la búsqueda de una paz duradera, que permita sanar las heridas del pasado y construir un futuro de convivencia y prosperidad para todos los pueblos de la región.
Este gesto del Pontífice es un recordatorio de que la paz no se alcanza de forma sencilla, sino que requiere de un esfuerzo constante y de la voluntad de todas las partes implicadas. Al invocar la paz, el Papa Francisco ha vuelto a posicionarse como una voz moral y espiritual que aboga por la resolución pacífica de los conflictos, en un momento en que la esperanza de alcanzar una solución duradera parece más necesaria que nunca.