Francia y Alemania tienen una clara preferencia en los problemas internacionales

Francia y Alemania, históricamente considerados el motor de la Unión Europea, enfrentan dificultades para mantener su liderazgo en un momento crítico. Con el mundo acelerando hacia múltiples conflictos y desafíos, la falta de sintonía entre París y Berlín parece ser un problema significativo para la UE.

La situación es especialmente delicada debido a los conflictos en Ucrania y Gaza, así como a las inminentes elecciones europeas programadas del 6 al 9 de junio.

El bloque comunitario se encuentra ante una encrucijada, con la necesidad de estar a la altura de las circunstancias mientras Francia y Alemania navegan por complejas decisiones estratégicas. La indecisión sobre cómo abordar estos múltiples frentes pone a ambos países en una situación difícil, ya que sus posiciones influirán en otros Estados miembros.

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El presidente francés, Emmanuel Macron, tiene una visión clara de cómo debería ser la futura Unión Europea, pero carece de las herramientas necesarias para implementarla.

Por otro lado, el canciller alemán, Olaf Scholz, dispone de los recursos, pero no la capacidad para impulsar tantos cambios simultáneamente. Esta divergencia plantea una pregunta crucial: ¿por qué Alemania y Francia centran su atención en Ucrania y no en el conflicto entre Israel y Hamás?

La respuesta es compleja y varía según se pregunte en París o Berlín. Ambos países han endurecido su tono respecto a Israel, pero han dejado claro que su prioridad es Ucrania, como demostraron en su reciente reunión en Alemania.

Macron, presidente de Francia

A diferencia de España, ni Berlín ni París consideran reconocer al Estado palestino en su agenda. «Israel debe respetar el derecho internacional y permitir la llegada de ayuda humanitaria suficiente a Gaza», afirmó Scholz, quien calificó de «buena noticia» que Tel Aviv esté investigando el ataque en Rafah.

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Respuesta de Francia

Macron añadió que para Francia «no es un tabú el reconocimiento de Palestina, pero debe producirse en un momento útil, no a golpe de emociones». Esta postura contrasta con la profunda atención que ambos líderes han dado a la situación en Ucrania.

El caso de Francia es particular. Macron siempre ha querido ser el ‘capitán’ de la nueva UE y, con unas elecciones europeas que se le han complicado en las encuestas, prefiere hablar de la invasión rusa porque tiene las de ganar, dadas las simpatías pasadas de Marine Le Pen con Vladimir Putin.

Francia quiere que Ucrania pueda contar con soldados europeos sobre el terreno como un impulso para responder a los avances de Moscú; también incluye la posibilidad de que las tropas de Volodimir Zelenski usen armamento occidental para responder al Kremlin. «

Creemos que debemos permitirles neutralizar los sitios militares desde donde se ataca a Ucrania, pero no podemos permitir que se toquen otros puntos civiles u otros objetivos militares», concluyó Macron.

«Cuando son objetivos identificados en Rusia desde los que se agrede a Ucrania, pienso que podemos permitírselo si queremos conseguir nuestro objetivo», reiteraba el presidente galo ante la mirada de Scholz.

Macron dice tener un plan: el de la verdadera autonomía estratégica de la UE. Cree que la Unión «puede morir» y para evitarlo es necesaria una hoja de ruta que la haga más independiente de otros actores, como Estados Unidos.

Esa partida se juega en Ucrania, porque es donde la UE puede mostrar la evolución de sus capacidades. El conflicto en Gaza coge a Europa más lejos y con menos margen de maniobra, además de ser más divisivo entre los Estados miembros. El planteamiento de Macron, por tanto, tiene mucho de estratégico y menos de ideológico en este sentido.

En medio de estas tensiones, la capacidad de Francia y Alemania para coordinar y liderar efectivamente a la UE será puesta a prueba. Con las elecciones europeas a la vuelta de la esquina, la presión para actuar de manera decisiva y coherente nunca ha sido tan alta.