Los resultados de las elecciones en Cataluña dejan varias claves para el futuro de la Comunidad Autónoma. La primera de ellas es la abstención, con más del 50% de los votantes alejados completamente de la política; en segundo lugar, el independentismo ha salido derrotado, pero no hay nada peor que un bloque herido; y en tercer lugar, los socialistas de Salvador Illa dependen directamente de ERC, el partido que ha perdido 13 escaños y 178.446 votos.
ERC se ha quitado presión al asegurar que estará en la oposición, un escenario que mantiene abiertas todas las vías posibles, desde una Generalitat controlada en solitario por el PSC con el apoyo puntual de ERC y los Comuns, a un futuro muy incierto si las exigencias de Oriol Junqueras y Pere Aragonès al PSC son inasumibles por los de Salvador Illa. El otro camino pasa por una débil coalición entre Junts y ERC, que abocaría a la repetición electoral en dos meses.
Aragonès valoró muy negativamente los resultados de este domingo. Los calificó de «muy malos» en varias ocasiones y mando directamente a la formación a «la oposición», que es donde «nos ha colocado el pueblo de Cataluña». Las caras largas lo decían todo, pero dentro del seno de la formación se prepara la guerra interna desde este mismo lunes.
SABLES EN CALÀBRIA 166 CONTRA ARAGONÈS
En este sentido, mientras las dagas vuelan en la calle Calàbria 166, los de ERC dejan toda la responsabilidad en manos de Illa y Puigdemont, desentendiéndose de la situación endiablada que se ha generado en Cataluña a raíz de la propia negativa de ERC a presentar Presupuestos tras el rechazo de los Comuns a las cuentas.
Para Aragonès, el liderazgo de esta nueva etapa en Cataluña corresponde a Junts y PSC, pero ni los de Puigdemont investirán a Illa ni el líder del PSC hará presidente a su homólogo de Junts. Esta polarización, además, muestra el hartazgo de los catalanes, donde más del 50% de los posibles electores prefirió quedarse en casa antes que acudir a las urnas, un voto de castigo que ha dado un resultado tan poco claro como incierto.
De hecho, el independentismo ya no suma esa ansiada mayoría, mientras Junts conserva el primer puesto en prácticamente todo el territorio catalán, pero ninguna gran comarca. Y es que, el PSC de Illa ha obtenido la victoria en 11 de ellas, pero son sin duda las más pobladas, como el Barcelonès, el Vallés Oriental y Occidental, Baix Llobregat, Garraf, Baix Penedès, Anoia, Tarragonès, Baix Camp y Montsià.
EL RECUENTO DEL VOTO CERA PUEDE CAMBIAR EL PARLAMENT
El PSC ha centrado todos los esfuerzos en las zonas más pobladas, pero la victoria es pírrica. Aún se juega dos escaños, que podrían bailar por el voto de los residentes en el exterior. Fue en 2017 cuando este voto (CERA) cambió la composición del Parlament, dando un escaño más al PP.
En este 2024, el PP obtuvo el último escaño por Barcelona, con 5.175 votos de diferencia sobre la CUP, mientras que Aliança Catalana está a solo 2.162 papeletas del PSC en Girona; y en Lleida, Junts podría arrebatar a los socialistas un nuevo asiento con el voto procedente del exterior al estar a solo 761 votos del PSC, mientras la CUP podría obtener un escaño más en Tarragona y quitárselo también a los socialistas de Salvador Illa si consigue recortar 570 votos.
ERC, UN CASTIGO SIN SOLUCIÓN A SIMPLE VISTA
ERC ha sido el más castigado en estas elecciones en número de votos, pero de forma relativa es la CUP la formación que más porcentaje de voto se ha dejado. Junts, por su parte, ha conseguido tirar de épica y lograr un mejor resultado que en las pasadas elecciones de 2021. La diferencia con sus adversarios republicanos es que Junts no ha tenido que lidiar con el desgaste de gobernar y gestionar la sequía.
La mayoría del voto de ERC se ha derivado a Junts, pero también un nutrido grupo se ha afianzado en posiciones menos extremas para decantarse por el PSC. No obstante, los descontentos con la política se quedaron en casa.
El independentismo retrocede tanto en porcentaje de voto de forma generalizada, pero especialmente en los municipios más poblados. Sin embargo, pese a la polarización de la campaña y el miedo infundado «a las derechas» desde la izquierda, estas elecciones ha dejado un ascenso de las políticas económicas favorables a las bajadas de impuestos, con independencia de la ideología. Asciende Junts, PP, Vox y Aliança Catalana. Asimismo, esta subida de las derechas pone de manifiesto que el discurso del odio no cala en la población y desanima la participación.