Puigdemont y ERC se quedan sin argumentos ante la campaña en clave nacional del PSC de Salvador Illa. Lejos de centrar los mensajes en la delicada situación económica y social en Cataluña, el propio Salvador Illa se ha trasladado a Madrid para dar su apoyo a Pedro Sánchez ante la difícil decisión que deberá adoptar el presidente del Gobierno este lunes.
El inicio de la campaña electoral en Cataluña se inició en pleno período de reflexión de Pedro Sánchez, quien se ha tomado cinco días para tomar la decisión de dimitir o continuar al frente del Gobierno. Este hecho ha trastocado todos los planes en la contienda, pero especialmente en ERC y Junts, que han criticado a Illa, Sánchez y Zapatero por evitar poner a Cataluña en el centro.
«A casa se viene llorado», afirma Josep Rull en pleno debate de campaña en referencia a la difícil situación que también atravesó él mismo y el resto de dirigentes independentistas por el juicio del ‘procés’. De hecho, la política catalana es célebre por su victimismo, en no pocas ocasiones, injustificado. Y es que, quienes se tratan de oprimidos y represaliados ostentan el Gobierno, como ahora lo sufre Pedro Sánchez, cuya decisión se debe a los ataques contra su mujer, Begoña Gómez, a raíz de las denuncias ante la justicia.
EL PSC Y SU CAMPAÑA EN FERRAZ ROMPE A ERC Y JUNTS
En Junts, lamentan el movimiento de Illa para hacer campaña en Madrid, mientras Puigdemont llena el auditorio en cada mitin desde el sur costero de Francia. En ERC confían aún en sus posibilidades y Oriol Junqueras da de lado a las rencillas con Pere Aragonès para sumarse a los mítines y mostrar la unidad de quien gobierna en Cataluña en solitario. Los rivales culpan a Aragonès de la falta de presupuestos, de enrocarse en la negociación por el Hard Rock y de romper la unidad del independentismo.
Hasta las 20.00 horas, el cierre de urnas del 12-M, todo es posible
Pero creen que pueden superar a Junts. «No solo hay partido, hay un mejor programa y estamos muy bien posicionados para liderar al independentismo», afirman. Eso sí, saben que el PSC es el favorito en las encuestas, pero dejan claro que «podría haber sorpresas». «Hasta las 20.00 horas, el cierre de urnas del 12-M, todo es posible», señalan. Ciertas encuestas pronostican incluso más de 35 escaños, otras le dan segundo con 27, pero en ERC tienen claro que su adversario no solo son los socialistas, sino Junts. «Es uno de nuestros objetivos. Ganar y hacerlo contra Puigdemont», indican.
ERC CONFÍA EN LA VICTORIA, PERO ESPECIALMENTE SOBRE JUNTS
En Junts, por su parte, creen que el rival a batir es el PSC de Salvador Illa y apuestan por las circunscripciones con mayor sobrerrepresentación para alcanzar una ajustada victoria ante el PSC. «Si Barcelona se moviliza como el 28-M, va a ser una lucha prácticamente similar a la vista en el País Vasco», indica una fuente. De hecho, Junts ganó aquellas municipales en Barcelona, pero se quedó lejos a nivel nacional.
De esta forma, la arenga es señalar los males autonómicos, como la inseguridad, los delincuentes multirreincidentes, la gestión económica, abordar la ampliación de El Prat e incluso modificar algunos impuestos a la baja. Prácticamente el mismo programa lleva Aliança Catalana, de Sílvia Orriols, que podría arañar votos a Junts y dejarles sin la primera plaza.
El PSC, por su parte, se ha apoyado no solo en Pedro Sánchez en la campaña, sino también en José Luis Rodríguez Zapatero, que ha hecho mítines en solitario, sin el candidato Illa, para mostrar su firme apoyo. Y es que, mal que pese a muchos, Zapatero continúa siendo un referente dentro del PSC y se le acoge con el mismo ímpetu que al presidente del Gobierno y que al mismísimo Illa.
De la hemeroteca aquí no se acuerda nadie, pero sus palabras aún retumban en el Parlament: «Aprobaremos el Estatuto que nos traiga Pasqual». Era 2006 y aquel texto fue cercenado después por el Tribunal Constitucional.
Por el momento, el CIS da ganador al PSC de Illa con hasta 42 escaños, una holgura importante, pero pudiera ser insuficiente para pactar con ERC en solitario y gobernar juntos. Los republicanos sumarían 27 escaños, mientras que la mayoría absoluta se sitúa en 68. La aritmética impone la entrada de un socio más, como los Comuns de Jéssica Albiach y Ada Colau, que venderán muy caro su apoyo a la investidura, como la entrada en Barcelona, a la que se niega el alcalde Jaume Collboni, así como asientos en la Generalitat, como si de un nuevo tripartito se tratara.
No obstante, en ERC creen que Illa puede pactar tranquilamente con Junts, con la derecha catalana. Un escenario que recordaría a la sociovergencia, cuando el PSOE no tenía problemas en pactar con CiU en el Congreso de los Diputados. Pero ni este es el mismo PSOE ni aquel CiU se parece en nada al Junts actual. «Puigdemont podría poner muy caro el precio a pagar en la siguiente negociación de los Presupuestos», han advertido las mismas fuentes.
Sería impensable poner de acuerdo a las tres formaciones para llevar un Gobierno, pero se han visto cosas más increíbles en esta legislatura
Así las cosas, la opción del tripartito conllevaría movimientos bruscos en Junts, como un ultimátum similar a la amnistía. Aunque una jugada inédita sería sumarse a un Gobierno capaz de modificar el Estatuto si alcanzaran entre los tres el 90% requerido. «Sería impensable poner de acuerdo a las tres formaciones para llevar un Gobierno, pero se han visto cosas más increíbles en esta legislatura…», reflexionan.
LA DESAFECCIÓN Y HARTAZGO PASAN FACTURA EN ERC
El resultado electoral dependerá de la desafección de los inconformistas, de la abstención especialmente en ERC, como se vio en las pasadas generales. Junqueras y Aragonès fueron superados por el PP, que también superaron a Junts. La pérdida de votos en ERC es una constante, pero en Junts acusan menos el frenazo.
En ERC esperan que el efecto Puigdemont se haya agotado para esta semana. «No llevan ninguna propuesta y pueden perder votos por la extrema derecha que se les acerca en Girona», indican. Los fichajes tampoco funcionarán durante la campaña. «Los focos los han puesto en Francia y no los quitarán hasta el mitin central de Barcelona, en el cierre», prosiguen.
Para ERC, además, ganar abriría un antes y un después en la hegemonía del independentismo. «Venimos del mejor resultado de la historia y hay que, como mínimo, mantenerlo», apuntan. Para ello, pondrán el foco en las competencias que aún le faltan, el referéndum y la independencia, pero también en «el día a día» para hacer «una sociedad más justa y solidaria». Todo queda ahora en manos de un electorado atónito y entre dos aguas, la española y la catalana.