La amnistía es la palabra tabú para el PSC en esta precampaña electoral. Los socialistas de Salvador Illa tratan de esquivar el debate con la gestión económica y una mejora de los servicios públicos en todos los ámbitos. No obstante, el término maldito sí está incidiendo en las bases, con un encendido debate interno. «No estamos cómodos con la amnistía», apuntan las fuentes consultadas por este medio.
Para evitar que siga esta discusión siga viva, el PSC está moviendo a todos sus satélites, politólogos, analistas y hasta en los propios discursos para tratar de acallar el encendido debate interno. La línea central del argumento se centra en recordar insistentemente el ascenso del PSE-EE en el País Vasco, la caída del PNV y la estratosférica subida de Bildu.
Los socialistas culpan al PP de este escrutinio del pasado domingo, asegurando que es una «fábrica de independentistas». No obstante, los resultados muestran que la legitimación de quienes han sido liderados por personas vinculadas y próximas al entorno de ETA, como Arnaldo Otegi, ha sido clave para el ascenso de Bildu, que bien podría haber tocado su techo electoral tras la ruptura total de la izquierda, que ha dejado un solo escaño en Sumar frente a los seis que obtuvo con Podemos en 2020.
«Debía haberse aprobado hace meses», consideran las fuentes consultadas. «El runrún recorre las sedes», señalan. Y es que, el PSC esperaba cerrar el debate hace meses, pero Junts y Carles Puigdemont se negaron a aceptar las condiciones del primer proyecto, tumbado a la postre por los propios votos de Junts en el Congreso de los Diputados. «Se esperaba para marzo como muy tarde y aún no se ha dado luz verde. Se ha pronunciado la Comisión de Venecia, Bruselas y se están preparando los recursos», apuntan. De hecho, los sondeos entre las bases del PSC muestran una enorme brecha por la amnistía.
LAS BASES DEL PSC LUCHAN CONTRA LA CONTRADICCIÓN
«No es la solución», destacan varios militantes molestos con los dirigentes de la formación dirigida por Salvador Illa. «Con el ‘procés’ perdimos todos, pero especialmente quienes nos opusimos al independentismo. Nos tratan como si fuéramos de Vox, pero estamos en nuestro derecho de mostrar nuestra opinión contraria a la amnistía», han apuntado.
Con todo, estos militantes se debaten entre la abstención y volver a depositar su confianza en el PSC, una formación que espera liderar la Generalitat catorce años después del último tripartito, formado por ERC y la extinguida ICV.
Salvador Illa hace números para conseguir su objetivo. Por un lado, espera superar los 41 escaños y que ERC no caiga por debajo de los 20. Con los ocho o nueve de ‘los Comuns’, si finalmente aguantan en Cataluña, se llegaría a los 68 asientos necesarios para cambiar de tercio en la Generalitat, relegando a Junts a la oposición.
SALVADOR ILLA Y LA DESMOVILIZACIÓN
Hay quien espera un último golpe de efecto de los de Puigdemont para tratar de cambiar el rumbo de las elecciones, como la detención del líder independentista, que pondría el tablero en un nivel no visto hasta ahora. «Ese hipotético escenario incendiaría la campaña», apuntan. Sería ahí cuando habría posibilidades reales de un vuelco hacia el independentismo y pondría en aprietos al PSC. No obstante, tiene sus riesgos. «Los de Puigdemont podrían desmovilizarse y dejarían en bandeja la Generalitat a Illa», han apuntado.
Los de Puigdemont podrían desmovilizarse y dejarían en bandeja la Generalitat a Illa
Asimismo, dejar a Puigdemont fuera de todo Gobierno conlleva un serio riesgo, no para el PSC, pero sí para el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Y es que, los irredentos del prófugo de la Justicia y residente ahora en el Sur de Francia dejarían de dar su apoyo al PSOE en el Congreso, dejando al Ejecutivo en una situación muy delicada. Para empezar, no habría Presupuestos para el 2025.
Al mismo tiempo, Puigdemont no mira estos comicios del próximo 12 de mayo como unas elecciones autonómicas más, sino como un auténtico plebiscito, empecinado en mantener la confrontación a toda costa. Así las cosas, encara estos comicios como un plebiscito entre el Estado y la independencia de Cataluña, un objetivo muy vivo tras también la legitimación del PSOE, con su pacto tras el 23-J y con fotos en Bruselas y Suiza.
LA LEY ELECTORAL FAVORECE AL PSC ANTE EL DESCONTENTO CON JUNTS Y ERC
El PSC espera que el suflé y la desafección del independentismo cale en las dos provincias con mayor sobrerrepresantación: Lleida y Girona, con más asientos en el Parlament en relación con la población residente. Es una de las anomalías históricas de la ley electoral catalana.
Este escenario debería poner en sobreaviso al constitucionalismo, representado por PP, Vox y Cs, los tres partidos que necesitan subir como el comer para evitar que los socialistas e independentistas mantengan el control total. El papel de este trío en la precampaña será crucial para tratar de despertar al bloque que estuvo a un paso de conseguir la Generalitat en 2017, pero Illa se negó a aceptar el pacto con Inés Arrimadas.
No obstante, Junts y PP miran ahora las extrapolaciones, llevando la lucha autonómica de Cataluña como una lectura de cara al Congreso, desviando la atención de lo importante y de lo que se juegan los catalanes. La importancia de mantener el debate de la gestión pública es clave para tratar de ganarse el voto porque el PSC insistirá en hacer desaparecer el vocablo de la amnistía del debate. Si se consigue este objetivo, cualquiera que lo pronuncie estará en fuera de juego, por más que lleve la razón y la convicción.