Euskal Herria Bildu aprieta las filas para aguantar el chaparrón mediático que a nivel estatal se ha desatado contra la coalición por, simplemente, mantener la misma postura sobre ETA que llevan sosteniendo desde que en 2018 contribuyeron a aupar a Pedro Sánchez a La Moncloa.
Los de Arnaldo Otegi creen que el triunfo copero del Athletic enfrió el inicio de campaña y que el PNV ha ido ganando oxígeno tras la solidaridad que recibieron los jeltzales por la muerte del exlehendakari José Antonio Ardanza y el ataque sufrido con un bote de gas pimienta por su candidato Imanol Pradales.
La izquierda abertzale también piensa que ETA no mueve votos en el País Vasco pese al ruido generado por la entrevista de Aimar Bretos en la Cadena SER al candidato Pello Otxandiano, que se negó a calificar a la banda como «terrorista».
Fuentes de EH Bildu señalan que tildar a ETA de «banda terrorista» supone un insulto a los miembros que participaron en los inicios del proyecto armado, que según la tesis abertzale actuó como ‘ejército partisano’ frente a la ocupación fascista de Euskadi.
ESTRATEGIAS DE EH BILDU
Otegi alardea de «paciencia estratégica» para explicar la modulación del mensaje identitario por parte de EH Bildu, que tras una estrategia por mostrar su cara más pragmática podría liderar una campaña identitaria si más del 70% del Parlamento vasco está nutrido por diputados y diputadas pertenecientes a la familia del nacionalismo vasco.
Tras las urnas, tal y como señalan fuentes abertzales a MONCLOA.COM «Otegi también sopesa ofrecer la presidencia de Euskadi a Pradales aunque el triunfo sea de EH Bildu», consciente de que el PSE no quiere armar un Gobierno progresista ni el PNV les aupará al poder.
EH Bildu, a cambio, pediría algunas carteras del Gobierno Vasco y con ello la izquierda abertzale obtendría algunas consejerías por primera vez en la historia (en las últimas 9 décadas, tan solo la extinta Acción Nacionalista Vasca y Eusko Alkartasuna han colocado a consejeros nacionalistas vascos progresistas en el Ejecutivo autonómico).
Otegi, con la oferta, pretende mostrar un gesto de grandeza y seguiría, una vez más, el camino iniciado por el histórico dirigente abertzale Patxi Zabaleta. Este político, abogado y escritor marcó desde Navarra el camino a Herri Batasuna al impulsar una participación activa en las instituciones (mientras HB en Euskadi se ausentaba de todos los plenos) o promover el abandono de la violencia (tras marcharse de HB y crear la pacifista Aralar).
Zabaleta en 1979 rozó la victoria en las municipales de Pamplona, que votó mayoritariamente a posiciones progresistas, y pese a ser segundo votó en la investidura en favor del candidato socialista Julián Balduz, que había obtenido la tercera posición y se negaba a darle la alcaldía a HB.
Casi 3 décadas después, en 2007, Zabaleta había creado desde Aralar la coalición Nafarroa Bai y esta candidatura, liderada por él mismo rompió esquemas al convertirse en segunda opción en las autonómicas de Navarra.
Pese a lo cual, Nafarroa Bai llegó a un acuerdo para colocar en la presidencia al socialista Fernando Puras, tercero de la cita. Una llamada de Pepe Blanco desde Ferraz imposibilitó el acuerdo y permitió a UPN seguir gobernando en minoría.
MEMORIA
El PSOE, en los últimos 6 años, ha facilitado el acercamiento de presos de ETA a Euskadi y ha aupado a la alcaldía de Pamplona a EH Bildu, que ha sido el socio menos ruidoso de Pedro Sánchez desde que el madrileño se hizo con La Moncloa.
Cree la izquierda abertzale que el PSOE les recuerda ETA pese a que los socialistas nunca han pedido perdón por la violencia parapolicial de los GAL. Hasta el PP acusa a los de Sánchez y el PNV de electoralismo por afear a Otxandiano una postura que no supone novedad alguna. Los socialistas en los últimos años han valorado públicamente los pasos de la izquierda abertzale en favor de la pacificación del norte.
Y hasta sectores del PSOE se muestran extrañados por la campaña de la derecha mediática por la falta de memoria democrática de EH Bildu mientras callan ante PP y Vox, que según algunas tesis progresistas «están promoviendo políticas blanqueadoras con el franquismo en regiones como Castilla y León, Comunidad Valenciana o Aragón».
PASADO
Recuerdan en EH Bildu las múltiples condenas de Estrasburgo contra el Estado español por torturas (que salpican al actual ministro de Interior, Fernando Grande Marlaska), condenar en un juicio injusto al propio Otegi o mantener la dispersión de presos etarras una vez finalizada la actividad armada de la banda.
También la izquierda abertzale recuerda que las víctimas de la Guardia Civil o las bandas de extrema derecha nunca han tenido reconocimiento. Contra ello actúa el Gobierno de Navarra, que acaba de aprobar los primeros 12 reconocimientos de víctimas por actos de motivación política provocados por grupos de extrema derecha o funcionarios públicos.
Los reconocimientos han sido propuestos por la Comisión de Reconocimiento y Reparación y al amparo de la correspondiente Ley Foral 16/2019, de 26 de marzo, norma aprobada por el Parlamento que pretende la reparación de las personas objeto de este tipo de violencia que se tradujo en fallecimientos, personas heridas y daños físicos o psicológicos por acciones violentas, desproporcionadas e ilegítimas en el contexto victimológico citado, señalan desde el Ejecutivo foral.
Entre las reparaciones memorialistas se encuentra Mikel Zabalza, detenido el 26 de noviembre de 1985 en San Sebastián y, según la Guardia Civil, escapó de agentes de la Benemérita lanzándose al río Bidasoa cuando este se disponía a indicar a varios guardias civiles la localización de un zulo.
Zabalza no sabía nadar y familiares suyos detenidos ese mismo día escucharon sus gritos a cuenta de la tortura de la Guardia Civil, que contaba con un capitán que reconoció en una grabación que a varios agentes se les fue «la mano en el interrogatorio».
20 días después de su desaparición, Zabalza apareció flotando en el Bidasoa en una zona rastreada días antes por la Cruz Roja y ahora, tras años de silencio, Gobierno de Navarra apoya la reparación de las víctimas de cualquier signo político pese a que a voces de la la trinchera progresista, con las víctimas del franquismo, y de la conservadora, con las de ETA, parecen pedir memoria solamente para una parte de las mismas.