Bildu encara la recta final de la campaña electoral con viento de cola y a velocidad de crucero. La izquierda abertzale, nacida de la fusión de la izquierda radical y más cercana a ETA junto a la identitaria, ha realizado su campaña centrada en temas sociales y culturales, pasando por alto todos los escándalos aparecidos en los medios. El bajo perfil mostrado por el PSE de Eneko Andueza y el PNV de Imanol Pradales han servido en bandeja una victoria histórica de Bildu, según apuntan las encuestas.
«La desmovilización en el electorado conservador y de los socialistas es total», han apuntado fuentes políticas consultadas. En este sentido, han advertido que el PSE ha llevado a cabo la misma estrategia implementada en Galicia, donde el partido del puño y la rosa ha cosechado el peor resultado de su historia. «En País Vasco van por el mismo camino», han considerado. Y es que, a pesar del desembarco de los principales espadas, Andueza no recibe el calor de los posibles votantes llamados a las urnas.
Bildu ha propuesto una campaña electoral similar a la de las elecciones generales, donde obtuvieron cinco escaños por los 274.676 votos, más de 53.000 papeletas más que en 2019. El PSOE, por su parte, ganó los comicios por primera vez desde 2009, cuando Patxi López pactó la coalición con el PP de Antonio Basagoiti, pero el acuerdo se rompió ante la deriva socialista de no pactar con la derecha. Los abertzales ganaron en Guipúzcoa, quedaron segundos en Álava, y terceros en Vizcaya. Asimismo, estuvieron a punto de dar el ‘sorpasso‘ al PNV por tan solo 1.106 votos de diferencia.
LA CAMPAÑA MENOS IDENTITARIA, PERO EN CLAVE NACIONALISTA
Para estas elecciones autonómicas, adelantadas por Íñigo Urkullu, Bildu superaría a PSE y PNV tanto en votos como en escaños, según las encuestas realizadas hasta ahora, si bien podría aumentar aún más la brecha y obtener una mayor diferencia. «Estamos en la movilización permanente», han asegurado fuentes de la formación a este medio. Álava es la lucha determinante en la campaña electoral del País Vasco, la menos nacionalista de la historia y con un vuelco también histórico de los partidos identitarios.
Y es que, si el próximo 21 de abril todo acabara como hasta ahora apuntan los sondeos, la suma de PNV y Bildu alcanzaría el 77% del total. Es decir, una mayoría absoluta y mayor incluso que en la modificación de la norma vasca, conocida como el Plan Ibarretxe, tumbado por el Tribunal Constitucional y por el que fue inhabilitado por poner en marcha su plan independentista.
El PNV lanza la arenga: Tenemos que retener la Lehendakaritza a toda costa
El plan de Bildu se ha centrado en mostrar una cara comprometida con los temas sociales, pero en ningún caso mostrar la bandera independentista, el referéndum o cualquier otra particularidad identitaria, como imponer la inmersión lingüística en todas las escuelas del País Vasco, al más puro estilo catalán.
BILDU, DE CARGAR CONTRA EL EMPRESARIADO A REUNIRSE CON ÉL
«Se ha pasado de un Bildu duro, con la confrontación constante con el Estado a un Bildu amable, incluso con los empresarios», destacan las mismas fuentes. Así las cosas, los abertzales no han tenido reparos a la hora de entablar complicidades con los empresarios, a los que hace una década no podía ni sentarse en la misma mesa.
Asimismo, Bildu esconde además su vinculación con el pasado de ETA, pero mantiene a Arnaldo Otegi al frente de la formación. Para evitar los ataques en campaña, el líder de la formación, que fue condenado a seis años por el secuestro de un directivo de Michelín, solo ha aparecido en campaña de forma puntual.
No obstante, esta izquierda exigirá, una vez acaben los comicios, el referéndum independentista, así como volver a modificar el Estatuto de autonomía del País Vasco para retomar la vía de la independencia, principal objetivo. «Bildu se muestra ahora más pragmática y práctica, un discurso donde la confrontación no está sometida a debate. Se huye de la misma», han aclarado las mismas fuentes.
EL PNV, SIN IDEOLOGÍA, TRATA DE ARAÑAR VOTOS
Con todo, Bildu y el PNV no pueden verse ni para formar un pacto tranquilo para mantener en el poder a los jetzales. «El PNV no tiene ideología, solo busca el poder», han destacado las mismas fuentes. En este sentido, los nacionalistas vascos consideran que la vía del autogobierno, con mayores competencias y una salida ordenada del Estado del País Vasco, sería factible. No obstante, no están dispuestos a ceder los asientos que le corresponden. Por este motivo, las fuentes consultadas creen que se producirá un trasvase de votos a última desde el PSE al PNV. «Es un voto cambiante, de ahí la campaña de bajo perfil de Pradales», han destacado las mismas fuentes.
Por otro lado, los de Andoni Ortuzar tienen claro que no habrá tampoco un pacto con Bildu para gobernar. «Nos podemos entender con Bildu en temas puntuales y trascendentes para Euskadi, pero en ningún caso para gobernar. Para eso estará el PSE», han destacado. El principal problema de esta estrategia practicada por el PNV es que los socialistas de Andueza perdieran el umbral de los diez escaños. «Nos pondría en un compromiso», han considerado las mismas fuentes.
En la misma tesitura se encuentra Bildu. A pesar del triunfo que auguran los sondeos, los abertzales tendrían que pactar con el PSE o el PNV. De esta forma, los números de Andueza serán cruciales para dar la llave de Gobierno a una u otra formación. Desde el PNV advierten que no se conforman con ser segundos. «Tenemos que retener la Lehendakaritza a toda costa», indican las fuentes no oficiales del partido. Cabe destacar, que el PNV cedió votos al PSE en Álava pese a ser la segunda opción más votada.
LA CAÍDA DE SUMAR Y PODEMOS BENEFICIA A BILDU
Por esta razón, aun ganando Bildu, el PNV no respetará el resultado, y Bildu apuntará lo propio si obtiene la victoria, poniendo al PSE de Andueza entre la espada y la pared. El respaldo a Bildu, además, viene también por el voto joven y se ha visto beneficiado por la dura crisis que atraviesa Sumar con Podemos. Ambos se quedarían sin representación y parte de su electorado se ha visto seducido por el compromiso social, sin importar las consecuencias de las exigencias independentistas. Estas últimas reivindicaciones bajarán después a Madrid con el fin de obtener más ventajas tras los pactos sellados con el PSOE de Pedro Sánchez.
Si el PSE no contenta ni a Bildu ni al PNV, el Gobierno de Pedro Sánchez podría tener los días contados y los tambores de un adelanto electoral retumbarían con más fuerza, como ocurrirá tras las las elecciones catalana, donde ERC y Junts serán la muleta en la que se apoyen los socialistas de Salvador Illa para poder gobernar. En caso contrario, Sánchez también tendría problemas para mantenerse en La Moncloa.
Por ahora, se baraja este otoño para convocar las sextas elecciones generales desde 2016, justo desde la llegada de Pedro Sánchez, aupado por el apoyo del PNV al PSOE en la moción de censura de Mariano Rajoy.