La segunda entrega de «MasterChef 12» marcó un antes y un después en la historia del concurso, protagonizada por momentos que quedarán grabados en la memoria de espectadores y participantes. Jordi Cruz, uno de los pilares del jurado, se encontró en el centro de la atención al cocinar el plato que, según sus propias palabras, «le cambió la vida». En un giro inesperado, elogió una de las réplicas de los aspirantes, afirmando que se asemejaba notablemente a su emblemática creación, un comentario sin precedentes que dejó a todos, jueces y competidores, gratamente sorprendidos. La noche estuvo llena de emociones intensas, desde la sorpresa y admiración hasta la tristeza y el desconsuelo.
Sin embargo, no todas las noticias fueron positivas, ya que Adriana, una de las aspirantes, no logró cumplir con las expectativas durante el reto culinario. Su plato fue calificado como «no comestible» por los jueces, llevándola a ser la expulsada de la noche. Este desenlace provocó un impacto profundo entre sus compañeros, quienes no pudieron ocultar su perplejidad y tristeza, evidenciada en lágrimas y rostros desencajados. A pesar de estos momentos bajos, el episodio destacó por su singularidad, incluyendo retos como cocinar con color negro, un viaje culinario a Ubrique para cocinar por equipos, y la réplica de un gran plato, sumergiendo a los espectadores en una experiencia gastronómica única.
5Desenlace en la cocina: victoria azul y una prueba de eliminación intensa
La competencia en Ubrique culminó con críticas contundentes hacia el equipo rojo, cuyo desempeño fue señalado por los jueces como deficiente en la manipulación de los productos, resultando en platos que dejaban mucho que desear en cuanto a ejecución y presentación. La estrategia y liderazgo de Pilar, capitana del equipo rojo, también fueron cuestionados, contrastando marcadamente con la eficacia y cohesión del equipo azul, que se alzó con una victoria indiscutible gracias a su desempeño superior y al liderazgo positivo y efectivo de Gonzalo.
La tensión se trasladó a la prueba de eliminación, a la que se enfrentaron los miembros del equipo rojo junto a otros concursantes con delantal negro. En un giro inesperado, se ofreció a Pilar la oportunidad de salvar a uno de sus compañeros o a sí misma; optó por auto-salvación, una decisión que, lejos de generar controversia, fue recibida con aplausos por sus compañeros. Este momento anticipaba una prueba de eliminación donde las emociones estarían a flor de piel, marcada por un halago sin precedentes de Jordi Cruz y culminando con la triste despedida de Adriana del concurso.