En la actualidad, el uso de sensores de glucosa ha adquirido un inesperado protagonismo como símbolo de estatus entre ciertos grupos. Sin embargo, para quienes como Lila Moss, una diabética tipo 1, dependen de estos dispositivos para gestionar su condición de salud, la perspectiva cambia estricta. El sensor de glucosa se convierte en un elemento de amor y odio, una herramienta vital que nos acompaña en nuestro día a día.
8Acceso limitado a la tecnología
Sin embargo, es importante tener en cuenta que el acceso a esta tecnología no está garantizado para todos. Muchos diabéticos tipo 1, especialmente aquellos que viven en países donde la atención médica no es gratuita, no pueden permitirse el lujo de usar estos sensores de glucosa debido a su alto costo. Esto crea una disparidad de privilegio en el acceso a la atención médica.
Abrazar la tecnología de monitoreo continuo mediante los sensores de glucosa se convierte, entonces, en un símbolo de privilegio económico. Mientras algunos pueden costear el precio de estos sensores, otros se ven excluidos debido a barreras financieras. Esta disparidad resalta las desigualdades en el acceso a la atención médica en todo el mundo.