En la actualidad, el uso de sensores de glucosa ha adquirido un inesperado protagonismo como símbolo de estatus entre ciertos grupos. Sin embargo, para quienes como Lila Moss, una diabética tipo 1, dependen de estos dispositivos para gestionar su condición de salud, la perspectiva cambia estricta. El sensor de glucosa se convierte en un elemento de amor y odio, una herramienta vital que nos acompaña en nuestro día a día.
5La tendencia de los sensores de glucosa
Lo que alguna vez fue un dispositivo médico necesario para controlar la diabetes, ahora se ha convertido en un accesorio de moda. Cada vez más personas, incluso aquellas sin diabetes, optan por llevar sensores de glucosa como una declaración de estilo. Incluso prestigiosas publicaciones como ‘The Times’ lo han destacado como un símbolo de estatus.
Sin embargo, esta tendencia no está exenta de preocupaciones. Muchos usuarios, tanto diabéticos como no diabéticos, caen en la trampa de la obsesión por los niveles de azúcar en sangre. Para aquellos que viven con diabetes, esta obsesión es una carga constante, una sombra que los persigue a cada paso. Darían lo que fuera por librarse de ella, pero lamentablemente, no pueden deshacerse de su páncreas defectuoso.