La Estación Internacional de Canfranc, situada en el Pirineo Aragonés de España, se ha envuelto en un aura de misterio y leyendas a lo largo de sus más de noventa años de historia.
Inaugurada en 1928, esta imponente estructura no solo es reconocida por ser una de las estaciones de tren más grandes de Europa, sino también por las innumerables historias que se tejen en sus andenes y pasillos. A lo largo de los años, Canfranc no solo ha sido testigo de acontecimientos históricos, sino que también ha sido el protagonista de numerosos relatos que oscilan entre la realidad y la ficción.
1HISTORIA Y ORIGEN
La construcción de la Estación Internacional de Canfranc fue un proyecto ambicioso que buscaba conectar España con Francia a través de los Pirineos. Su diseño, a cargo del ingeniero español Fernando Ramírez de Dampierre, se caracteriza por una mezcla de estilos que incluyen el modernismo y el clasicismo francés, reflejando así la influencia cultural y arquitectónica de ambos países. Con una longitud de 240 metros y dotada de una belleza arquitectónica sin igual, la estación se convirtió rápidamente en un símbolo de progreso y modernidad.
Sin embargo, la historia de Canfranc está marcada por varios acontecimientos trágicos y decisivos. Uno de los más significativos fue la destrucción del puente de L’Estanguet en Francia durante la Segunda Guerra Mundial, lo que interrumpió la conexión ferroviaria entre los dos países. Este suceso marcó un antes y un después en la operatividad de la estación, sumiéndola en un periodo de declive y abandono que duraría varias décadas.