El escándalo ha vuelto a teñir de controversia a la realeza europea, esta vez con las reinas Sofía y Letizia de España como protagonistas. Este martes 27 de febrero, un tenso episodio habría ensombrecido la solemnidad de un evento que congregó a numerosos miembros de la aristocracia europea en Londres. La ocasión era la misa homenaje a Constantino de Grecia, organizada por la Casa Real Británica en la capilla de St George, Windsor. Este acto se realizó como gesto de disculpa por la ausencia de representantes británicos en el funeral de Constantino, celebrado en Atenas el año anterior. Presidido por Camilla Parker Bowles, ante la imposibilidad de asistencia de Carlos III debido a su lucha contra el cáncer de próstata, el evento no solo rindió tributo a la memoria de Constantino, sino que también reunió a las familias Borbón y de Grecia, así como a distinguidos miembros de otras monarquías.
La reunión en Londres, que para Constantino significó un refugio tras su exilio, se vio marcada por la presencia de la realeza de diferentes países, mostrando su apoyo en estos momentos de recuerdo y homenaje. Sin embargo, lo que debía ser una ceremonia de conmemoración y unidad se vio empañado por el supuesto enfrentamiento entre las reinas. Este incidente no hace más que añadir tensión a la ya complicada dinámica dentro de la familia real española, destacando una vez más las diferencias y los retos que enfrentan, no solo en el ámbito personal sino también en el ojo público.
4Una figura desplazada
El efecto de esta campaña de desprestigio no solo ha reconfigurado las relaciones internas de los Borbón, sino que también ha afectado la imagen pública de la familia. En la misa, la cohesión y unidad aparente de los Borbón destacaban, con la notable excepción de Letizia, relegada a un segundo plano, tanto literal como metafóricamente. Esta situación refleja irónicamente la forma en que ella misma ha manejado sus relaciones con otros miembros de la familia real, especialmente con Felipe, a lo largo de los años.
La posición marginada de Letizia durante el evento no solo subraya su aislamiento dentro de la estructura familiar sino que también pone de manifiesto las consecuencias de las luchas de poder y las narrativas mediáticas en la percepción pública de la realeza. La familia real se muestra unida, pero esta unidad excluye significativamente a la madre de las futuras reinas, Leonor y Sofía, proyectando una imagen de fractura y distanciamiento que va más allá de las simples disputas familiares para adentrarse en el ámbito del simbolismo y la política. La situación de Letizia, atrapada entre la obligación y la marginación, refleja la complejidad de su rol dentro de la monarquía española, en un momento donde su influencia parece disminuir tan rápidamente como cambian las alianzas dentro de la casa real.