Sabores valencianos en cada bocado: irresistible paella casera de pollo

En las costas mediterráneas de España, un plato ha trascendido fronteras y se ha ganado el corazón de gourmets alrededor del mundo: la paella. Originaria de Valencia, esta receta ha sido símbolo de unión y fiesta, y ha evolucionado con innumerables variaciones que respetan sus raíces a la vez que conquistan con novedad.

En este artículo, nos centraremos en una versión accesible y tremendamente deliciosa: la paella casera de pollo. Un plato que guarda la esencia de la tradición y promete llevarnos por un viaje de texturas y sabores valencianos con cada bocado.

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SABORES QUE TE TRANSPORTAN: CÓMO CONSEGUIRLOS

Para conseguir esos sabores valencianos que nos hacen salivar solo con describirlos, es imprescindible usar ingredientes de alta calidad. El pollo, preferiblemente de corral, aportará un sabor más intenso y una carne más firme, esencial para que resista a la cocción sin secarse ni deshilacharse. También se suele marinar el pollo con un poco de romero y pimentón, especias que aportan a la paella sus notas rústicas y ahumadas.

Un elemento distintivo en cualquier paella es, sin duda, el azafrán. No solo por el color dorado que concede al arroz, sino por el sutil aroma que desprende durante la cocción. Sin embargo, el azafrán auténtico puede ser bastante caro y es aquí donde muchos optan por usar colorante alimentario, aunque para los puristas esto podría ser considerado un sacrilegio. Una aproximación interesante es el uso de la cúrcuma, que si bien ofrece un matiz diferente, puede ser un sustituto más asequible y natural para lograr una paella visualmente apetecible.

Las verduras no deben faltar en una buena paella de pollo: judías verdes, alcachofas y pimientos rojos son comunes. Pero quizás más importante aún es el momento en que estas se añaden al arroz; el orden y el tiempo son factores críticos para que cada vegetal ofrezca su textura y sabor sin perder firmes. Y cómo olvidar el limón, que con su toque de acidez, se convertirá en el compañero ideal al servir, realzando el perfil aromático del plato.