La sequía es un fenómeno natural que afecta a España debido a su ubicación geográfica y condiciones climáticas. Durante períodos de sequías, hay una disminución significativa en la cantidad de lluvia que cae en una región durante un período prolongado de tiempo. Esto puede provocar escasez de agua, tanto para consumo humano como para riego agrícola, lo que a su vez afecta negativamente a la producción de cultivos y la disponibilidad de alimentos.
Además, la sequía puede tener impactos económicos, como pérdidas en la agricultura, menor producción de energía hidroeléctrica y afectación del turismo en áreas donde el agua es un recurso importante. Se trata de un desafío recurrente en el país que requiere medidas de adaptación y gestión del agua para mitigar sus impactos.
3LA GRAN SEQUÍA DE 1749 A 1753
La de 1749 a 1753 fue una de las sequías prolongadas que afectó gravemente a España. Durante esos años, las lluvias fueron escasas o prácticamente inexistentes en gran parte del territorio español, lo que provocó una grave escasez de agua y la disminución de los caudales de ríos importantes, como el Tormes. Esta falta de precipitaciones tuvo un impacto devastador en la agricultura, con pérdidas masivas de cosechas y la consiguiente escasez de alimentos básicos, como el pan.
La economía agraria, que era fundamental en la España de ese tiempo, sufrió enormemente, lo que a su vez afectó a la población. Los precios de los alimentos aumentaron drásticamente debido a la escasez, lo que provocó una crisis alimentaria. La falta de alimentos básicos condujo a la desnutrición y al aumento de la mortalidad, especialmente entre los sectores más vulnerables de la población. Además del impacto directo en la agricultura y la alimentación, la sequía tuvo consecuencias económicas más amplias. La dependencia de España de la agricultura como motor económico significaba que la sequía afectaba negativamente a otros sectores, como el comercio y la industria, exacerbando la situación económica general del país.