Conocer que se ha batido récord de agresiones a los funcionarios de prisiones de las cárceles españolas, con 508 casos en un total de 62 cárceles y dos hospitales psiquiátricos penitenciarios en España, uno en Sevilla y otro en Foncalent (Alicante) a manos de los internos que custodian en los centros penitenciarios, pone los pelos de punta, pero las lesiones que sufrieron algunos de ellos, los que tuvieron que ser hospitalizados, y las armas con las que son agredidos llega a ser espeluznante.
Alberto Gómez, delegado sindical de CSIF en la cárcel catalana de Brians 2, ha narrado a MONCLOA algunos de los casos que se han producido en los últimos dos años en distintas cárceles de Cataluña, como la de Figueras, Lleida o Brians 2. En la primera de ellas un preso dio un gravísimo mordisco en el cuello a un compañero, al que estuvo a punto de seccionarle la vena yugular. En la segunda prisión, un preso dio un brutal puñetazo a un funcionario de prisiones causándole graves lesiones y hasta un 20% de pérdida de visión en un ojo.
También resulta muy llamativo que haya un preso con un historial de haber agredido hasta cinco funcionarios de prisiones en las distintas cárceles por las que ha ido pasando, supuestamente, para reconducir su carácter y reinsertarse en la sociedad. O al agresor de un compañero, que tras recibir un golpe y empujón cayó al suelo y ha perdido cualidades de la parte cognitiva que le impiden volver a su puesto de trabajo de por vida.
ARMAS DE FABRICACIÓN CARCELERA
A veces las agresiones se producen con sus propias manos, pero en otras ocasiones, los presos se arman de herramientas de fabricación carcelera muy peligrosas. A una de ellas la denominan ‘diablo’. Se trata de un arma blanca que se fabrica sencillamente, al quemar un bolígrafo y poner en la punta una cuchilla de las que tienen para afeitar.
Otra arma habitual que aprenden a hacer en la celda consiste en doblar una de las rejillas que tapa el respiradero y ponérsela como brazalete. Y otras veces, lo que utilizan son objetos cotidianos que tienen a su alcance como las tapas o las latas de atún y otras conservas que se compran en las máquinas de vending a las que tienen acceso los delincuentes condenados y apresados.
Además, hay quien utiliza mecanismos más rudimentarios y terminan poniendo piedras en las puntas de palos para agredir a los funcionarios de prisiones. Cada vez que eso ocurre, el agresor es trasladado desde el módulo en el que esté a un departamento especial de la cárcel y les cae el primer grado. El problema principal es que como los funcionarios de prisiones no tienen aún reconocido su condición de agente de autoridad, el aumento de la pena a los presos va a depender mucho del juez.
PROTOCOLO A SEGUIR
Cuando las agresiones son muy graves, como por ejemplo las citas anteriormente, donde el funcionario de prisiones ha estado hospitalizado, lo normal es que trasladen al preso de cárcel. Pero obviamente no siempre ocurre, y muchos funcionarios agredidos tienen que volver a su puesto de trabajo y seguir viendo y tratando al preso que le pegó, insultó o amenazó.
Afortunadamente los presos agresores son una mínima parte de los reclusos que hay en las cárceles. Y aunque no hay un perfil predeterminado, suelen ser personas inadaptadas que no respetan las normas ni disciplinas. Los «jóvenes reclusos suelen ser muy efervescentes» aunque no son los más peligrosos, apunta el experto consultado.
Hasta ahora hemos hablado de funcionarios de prisiones, pero la plantilla es prácticamente paritaria, con hombres y mujeres trabajando conjuntamente tanto en las cárceles de mujeres como la de los hombres. Las agresiones más violentas las solemos recibir los funcionarios hombres, pero las mujeres reciben más casos de acoso, insinuaciones, insultos, etcétera.
MOMENTOS MÁS CRÍTICOS
Las agresiones pueden darse en muchos momentos del día, pero los momentos más críticos son aquellos en los que se juntan más presos en el comedor, en el peculio, que es cuando reciben un dinero que los familiares y allegados han de depositar en tu cuenta, ya sea en efectivo en el mismo centro o por giro telegráfico. O también en los momentos en los que les tienen que recibir mediación por algún tratamiento.
Otro momento conflictivo es cuando el preso se niega a salir de la celda por algún motivo. Los funcionarios de prisiones tienen que entrar en el pequeño habitáculo de apenas 2,5 metros de ancho, y allí es difícil desenvolverse. Si contaran con los sprays que demandan o con los taser, sería mucho más fácil las actuaciones en ese instante.
Por todo ello, lo que CSIF reclama es que se reconozca cuanto antes a los funcionarios de prisiones como agente de la autoridad, para que los presos no sientan que pueden atacarles con impunidad. Y eso depende del Congreso y del Senado, por eso a partir de marzo van a comenzar una ronda de contactos con todos los grupos políticos donde esperan conseguir su apoyo.
También es importante aumentar la ratio de funcionarios por presos. Actualmente en la cárcel de Brians 2 puede haber 3 funcionarios por cada 100 presos, en Brians 1, la media es de cuatro funcionarios por cada 200 presos. Los sindicatos calculan que faltan entre 800 y 1.000 funcionarios de prisiones o plazas para que la situación mejorara, pues hay que tener en cuenta que los próximos seis o siete años se jubilan en torno al 30% de la plantilla, con lo cual hay que hacer un esfuerzo en inversiones para redimensionar las plantillas.