Perder peso es la meta primordial de aproximadamente el 70% de los españoles, según revela una encuesta realizada por una reconocida cadena de supermercados. Sin embargo, alcanzar este objetivo no se reduce simplemente a ingerir menos alimentos y aumentar la actividad física, como nos han sugerido durante años. La noción de que la fuerza de voluntad es suficiente para adelgazar resulta ser más compleja de lo que parece, ya que está en juego una cuestión fundamental: el hambre.
6HAMBRE DE DULCE
El hambre de dulce, asociado al típico antojo por alimentos azucarados, se desencadena por las fluctuaciones bruscas de glucosa en la sangre, similar a una montaña rusa. Este fenómeno resulta de la absorción rápida de azúcar presente en alimentos como bollería industrial y carbohidratos refinados.
La frecuente ingesta de alimentos ricos en azúcar puede contribuir a activar este mecanismo, y el exceso de azúcar tiene el potencial de convertirse en grasa. Para prevenirlo, se sugiere sustituir harinas refinadas por integrales, ya que se absorben más lentamente, liberando glucosa de manera gradual. Además, reducir gradualmente la cantidad de azúcar añadida a los alimentos, como yogur o café, puede marcar la diferencia en la gestión de este tipo de hambre.
