Antojos, ¿quien no los sufre de vez en cuando, o puede incluso que con mucha frecuencia?
Esos caprichos incontrolables de ciertos alimentos que nos impulsan a recorrer distancias para obtener una hamburguesa, a salir bajo la lluvia en busca de un helado o a desviarnos de nuestras responsabilidades solo para disfrutar de una taza de café.
Cuando sentimos ese deseo apremiante por comer algo específico, lo llamamos antojo, una señal que nuestro cuerpo emite para satisfacer una necesidad nutricional inmediata. El reto se presenta cuando interpretamos ese antojo como la necesidad de consumir ingredientes poco saludables. La buena noticia es que si aprendemos a interpretar estos mensajes, podemos sustituirlos por opciones alimenticias más saludables.
1ANTOJO DE DULCE
Ceder a la tentación de darle un mordisco a un trozo de bizcocho, unas galletas crujientes o una porción de tarta resulta casi imposible. Este antojo, al que a menudo nos referimos con un «es que soy muy goloso o golosa», puede estar vinculado al hábito de consumir demasiado azúcar.
Cuando el efecto del «subidón de azúcar» tras la ingesta se desvanece, el cuerpo inevitablemente nos solicita más. Es un ciclo vicioso, ya que cuanto más azúcar ingerimos, más ansía el organismo. Controlar este patrón es crucial, ya que el exceso de azúcar puede ser perjudicial para la salud y propiciar enfermedades graves. Entonces, cuando surja el deseo de algo dulce, optar por una fresca y jugosa pieza de fruta es la alternativa más saludable. Además, las frutas ofrecen nutrientes esenciales y fibras que contribuyen al bienestar general, ayudando a satisfacer el antojo de manera más equilibrada.