El asma es una enfermedad inflamatoria crónica de las vías respiratorias que causa episodios de dificultad para respirar, tos, opresión en el pecho y silbidos. Está asociada a una hiperrespuesta bronquial que se desencadena ante ciertos estímulos como alérgenos, irritantes, cambios de temperatura, ejercicio, infecciones respiratorias o estrés.
Aunque no tiene cura, con el tratamiento adecuado es posible controlar la inflamación subyacente y prevenir las crisis asmáticas. Esto requiere identificar y evitar en la medida de lo posible los factores desencadenantes, así como seguir de forma rigurosa el plan de acción recomendado por el neumólogo.
La importancia de los medicamentos controladores
Los medicamentos más importantes para controlar el asma son los corticosteroides inhalados, que ayudan a reducir la inflamación e hiperrespuesta de las vías respiratorias. Otros controladores como los antileucotrienos o los anticuerpos monoclonales también juegan un papel importante.
Tomar estos medicamentos a diario y de forma continua es fundamental para impedir que el asma empeore. Un uso irregular o abandono del tratamiento suele desencadenar exacerbaciones.
Identificar y modificar los desencadenantes ambientales
Los desencadenantes ambientales más comunes del asma son los ácaros del polvo, el polen, el pelo de mascotas, ciertos irritantes químicos y contaminantes del aire. Identificar aquellos a los que se es alérgico o sensible mediante pruebas cutáneas o análisis de sangre es clave.
Una vez identificados, se pueden tomar medidas para reducir la exposición en casa, como usar fundas antiácaros, ventilar y limpiar a diario, eliminar alfombras y tapicerías que acumulan polvo, entre otros.
También puede ser necesario evitar mascotas con pelo o ciertos ambientes laborales con sustancias irritantes si desencadenan las crisis. Consultar con el especialista sobre estas modificaciones ambientales es esencial.
Diversos estudios han demostrado que tanto el sobrepeso como la obesidad están relacionados con un control más difícil del asma y un aumento en las exacerbaciones. Por el contrario, bajar de peso en personas con obesidad mejora significativamente el control de los síntomas.
Por esto, como parte del tratamiento integral es importante alcanzar y mantener un peso normal. Esto pasa por llevar una alimentación equilibrada y realizar actividad física de forma regular y continua. El médico y un nutricionista pueden diseñar un plan adecuado a las necesidades de cada paciente.
El ejercicio físico, un pilar fundamental
Si bien el ejercicio puede ser un desencadenante de síntomas de asma en algunas personas, también se ha demostrado que la actividad física regular mejora el control de la enfermedad a largo plazo y la capacidad cardiovascular.
Realizar actividad de forma progresiva, intercalando periodos de calentamiento, entrenamiento y enfriamiento, es clave. También usar un broncodilatador preventivo y, de ser necesario, una máscara purificadora de aire. Nadar, trotar o andar rápidamente son excelentes opciones para fortalecer la resistencia sin forzar demasiado los pulmones.
Algunos estudios sugieren que alteraciones del ritmo circadiano, como por ejemplo cambiar constantemente los horarios de sueño o comida, pueden estar asociadas a un incremento en las exacerbaciones de los asmáticos.
Llevar una vida ordenada y metódica en cuanto a horarios de acostarse, comer y realizar actividades parecería, por tanto, beneficiar el control del asma. Establecer una rutina y cumplirla tanto entre semana como los fines de semana es recomendable.
Controlar infecciones y reflujo gastroesofágico
Las infecciones respiratorias por virus como resfríos o gripe con frecuencia exacerban los síntomas de asma en niños y adultos. Prevenir estos cuadros con vacunación anual contra la gripe y lavado de manos frecuente disminuye las posibilidades de un brote asmático.
El reflujo gastroesofágico también se ha asociado a un aumento de síntomas. Su control con medicamentos y cambios en la dieta y estilo de vida es otro pilar en el abordaje integral del asma.
Existe una relación bidireccional entre el asma y los trastornos del sueño: la enfermedad respiratoria altera el descanso nocturno, lo que a su vez empeora el control de los síntomas. Romper este círculo vicioso, identificando y tratando problemas para dormir es primordial.
Algunas recomendaciones para mejorar la calidad del sueño son dormir las horas necesarias en un ambiente fresco, oscuro y tranquilo, evitar estimulantes como cafeína o nicotina antes de acostarse, establecer una rutina para ir a la cama y practicar técnicas de relajación. En algunos casos pueden estar indicados medicamentos para inducir el sueño.
Suplementos y terapias complementarias
Algunos nutrientes como la vitamina D, los probióticos y los ácidos grasos omega-3 podrían tener un efecto beneficioso en el control del asma, sobre todo en pacientes con deficiencias nutricionales. Sin embargo, no existe evidencia sólida al respecto y se requiere de más investigación.
En cuanto a terapias complementarias, algunas como el yoga, la hipnosis y la acupuntura han mostrado en pequeños estudios una mejoría en calidad de vida y función pulmonar. No obstante, tampoco hay pruebas contundentes sobre su efectividad por el momento.
A pesar de todas las medidas para controlar el asma crónica, los brotes agudos de síntomas pueden presentarse. Es crítico detectar de forma temprana cualquier empeoramiento y tratarlo de inmediato según las recomendaciones del plan de acción provisto por el médico.
Esto puede incluir el uso de broncodilatadores de rescate, corticoides orales y, en casos graves con dificultad respiratoria, acudir a urgencias o llamar a una ambulancia. Identificar y tratar rápido estos brotes previene que se vuelvan crisis amenazantes para la vida.
Terapias futuras para la cura del asma
Aunque por el momento no hay cura para el asma, las investigaciones continúan en búsqueda de mejores tratamientos para controlar la enfermedad de raíz. Algunas terapias experimentales que están en estudio apuntan a restaurar la tolerancia inmune alterada, reparar los cambios estructurales en las vías aéreas o bloquear parte de la inflamación.
Si bien estos nuevos fármacos no estarán disponibles en el corto plazo, representan una esperanza para avanzar hacia terapias personalizadas más efectivas que someday puedan incluso eliminar por completo la inflamación subyacente del asma.
Afrontar una enfermedad crónica como el asma puede tener un impacto negativo sobre la salud mental. La ansiedad y la depresión son más comunes en pacientes con enfermedades respiratorias. Abordar estos aspectos emocionales es tan importante como el control médico.
Mantener una actitud positiva, trabajar la aceptación de la condición, rodearse de afectos y apoyo, enfocarse en lo que sí se puede hacer y realizar actividades gratificantes ayuda significativamente a sobrellevar el asma. En algunos casos pueden estar indicadas terapias psicológicas o psiquiátricas adicionales.
Establecer metas alcanzables, educarse sobre la enfermedad y comprometerse con el plan de tratamiento también otorga un sentido de control y dominio frente a algo que puede percibirse abrumador al comienzo.
Adaptar el trabajo y otras actividades
En algunas profesiones con exposición a altos niveles de agentes irritantes o que requieren gran actividad física, controlar el asma puede ser todo un desafío. En estos casos, puede ser necesario realizar adaptaciones como usar mascarillas protectoras, minimizar el esfuerzo físico extenuante, tomar descansos más frecuentes o rotar a un puesto con menor exposición a desencadenantes.
En niños, informar en las escuelas sobre la enfermedad, medicamentos y plan de acción en caso de exacerbaciones también es primordial. Los padres pueden solicitar que la institución minimice los desencadenantes en lo posible.
Queda mucho por investigar para entender la compleja interacción de factores genéticos e inmunológicos que subyacen al asma, así como para desarrollar tratamientos más efectivos. Pero el futuro luce esperanzador gracias a los avances que se actúan permanentemente.
Mantenerse actualizado sobre las novedades en guias de práctica clínica para el manejo del asma, las investigaciones de nuevos fármacos y los avances en inmunoterapia es clave para estar al tanto de recursos que mejoren la calidad de vida.