El término “alimentación emocional” nos puede dar algunas pistas sobre lo que significa: implica darle “de comer” a nuestras emociones, ¿pero de qué manera? Esta manera emocional de alimentarnos, determina nuestra salud física, mental y emocional. Por lo tanto, hay que reconocer qué estilos de alimentación emocional tenemos, identificar nuestros patrones y aprender cómo gestionarlos de la manera más saludable.
Ante todo, hay que entender qué es la alimentación emocional. Se trata de aprender a regular nuestras emociones, especialmente aquellas que nos hacen sentir insatisfechos o infelices. Esta forma de alimentarnos con la emoción nos habla de la necesidad de encontrar el equilibrio entre lo que sentimos y lo que pensamos. Esto significa que necesitamos conocer nuestras emociones para evitar que nos domine nuestro estado emocional demasiado a menudo.
2Identifique sus factores desencadenantes
Es muy común sentir ciertos sentimientos en lecturas determinadas. Estos sentimientos son los desencadenantes emocionales para nuestros patrones de alimentación. Estos sentimientos nos hacen sentirnos bien o mal físicamente, mentalmente y emocionalmente. Por ejemplo, podríamos sentir hambre, cansancio o ansiedad cuando estamos bajo cierto estrés.
Los factores desencadenantes nos ayudan a identificar sutilmente estos patrones. Aprender a reconocerlas es una herramienta importante para aprender a controlar la alimentación emocional. Esto nos ayuda a convertir la emoción en energía positiva, en lugar de intentar hacer frente a la emoción mediante la alimentación sin sentido.