Los economistas mantienen un gran respeto a la hora de pronunciar el término «estanflación» en España. Ninguno de los consultados lo nombra de forma directa, pero la retórica no oculta una profunda preocupación por los altos precios de la electricidad, alimentos y especialmente por la inflación subyacente, que lejos de remitir continúa al alza, hasta superar el 6%.
Este respeto a la hora de comentar la más que posible estanflación en la que está sumida España desde 2022 contrasta con el exultante optimismo del Gobierno de Pedro Sánchez, quien asegura que la economía «va como un moto». La realidad de los datos oficiales y de los precios reales en los lineales de los supermercados rebaja la euforia del Ejecutivo y muestra «un escenario donde los desequilibrios son profundos y de difícil solución», según apuntan las voces consultadas.
Sobre la posibilidad de estar a punto o haber entrado en estanflación, los propios economistas indican que tendría que verse un repunte mayor de precios, de al menos dos dígitos. No obstante, esta puntuación se ha registrado durante los meses de verano del pasado año, cuando la subida en el índice general de precios superó el 10%.
LA ESTANFLACIÓN SE MANIFIESTA EN EUROPA
Asimismo, la locomotora y motores de Europa se han enfriado hasta el punto de que España será de las pocas economías en crecer, aunque será una subida del Producto Interior Bruto (PIB) muy inferior al incremento de la inflación. España cumple así con las premisas establecidas para una estanflación. El término en sí tan sólo se describe como un escenario de alta inflación y un estancamiento de la economía, con crecimientos bajos e incluso combinado con una recesión.
Por el momento, ningún país europeo escapa a esta situación. Alemania, por ejemplo, ha entrado en recesión, mientras que los países del norte de la UE viven una explosión de su propia burbuja inmobiliaria -aunque Dinamarca se aferra a Novo Nordisk, una empresa farmacéutica cuyo valor supera el PIB del país-, mientras las advertencias continúan desde el Banco Central Europeo a pesar de las sucesivas subidas de tipos de interés.
La situación en Reino Unido tampoco mejora tras la implementación de medidas para aliviar a los ingleses de las altas facturas de la luz -en algunos caso de hasta 1.000 libras- y abonar parte de los recibos. En EE UU, la senda de los tipos de interés fuerza a la economía a exportar inflación al resto del mundo, una estrategia que ha funcionado muy bien en la principal economía Occidental.
EL BCE Y LA FED DE EE UU ESPOLEAN LA INFLACIÓN
En China, las noticias que llegan sobre Evergrande, la mayor emisora de deuda del país, tampoco son positivas. Esta semana pasada ha sido detenido el presidente en Hong Kong y no ha sido capaz de cerrar financiación.
Mientras esto ocurre, el PSOE en España se ha echado la manta a la cabeza para tratar de cerrar un acuerdo con Junts y ERC en un breve plazo de tiempo. La amnistía por todos los delitos cometidos e inhabilitaciones sentenciadas en los tribunales quedarían impunes desde 2013. Es decir, Artur Mas, Quim Torra y Carles Puigdemont podrían volver a la primera línea política, mientras ERC exige un referéndum por la independencia de Cataluña. La economía se ha apagado en el debate, pese a ser ahora la principal fuente de preocupación.
Muestra de ello es el desastre de la gestión de la deuda, que alcanza nuevos récords y cuyos intereses se comen ya 31.000 millones de euros anuales. Tras los cambios en los cálculos del INE, el PIB de España alcanzó un crecimiento superior al estimado anteriormente, mientras el Banco de España adecua sus estadísticas a las nuevas estimaciones, aunque rebaja el optimismo tanto para 2024. España crecerá poco más de un punto en el próximo ejercicio, un nivel insuficiente para una economía que necesita más de un 2% para crear empleo neto.
ESPAÑA MUESTRA SU DEBILIDAD ANTE LA ESTANFLACIÓN
La debilidad del crecimiento se resentirá en el mercado laboral, donde la subida de salarios públicos crecerá al menos medio punto por los niveles de inflación, generando a su vez los temidos efectos de segunda ronda -a mayor cantidad en efectivo y sin crecimiento real en la economía, mayor es la presión sobre la inflación-.
La institución presidida por Fernández de Cos ha alertado de estos efectos en sus informes, pero el Gobierno trata de contener a los sindicatos y evitar movilizaciones -sí las hubo cuando el precio de la luz alcanzó los 40 euros por megavatio y también por la reforma laboral durante la etapa de Mariano Rajoy-.
Con precios superiores a los 700 euros/MW el silencio se ha apoderado de los llamados representantes de los trabajadores, mientras la reforma laboral, aprobada por Yolanda Díaz y Pedro Sánchez, comienza a hacer aguas, con una tasa de empleo baja en comparación con el resto de Europa y aún campeones del desempleo en toda la UE, superando a Grecia, cuyas reformas sí están teniendo efectos tras pasar una década bajo la supervisión de los hombres de negro del Fondo Monetario Internacional (FMI), Comisión Europea y BCE. Hasta Portugal se ha puesto las pilas y apunta a convertirse en un fuerte atractivo para autónomos y empresas con una legislación amable para los negocios.
HACIENDA VIVE DE LA INERCIA DE LA ESCALADA DE PRECIOS QUE SUFREN LAS FAMILIAS
En España, por contra, se ha cogido gusto a crecer a base del efecto de inflación, con una mayor recaudación por parte de familias, mientras se mantiene el veto a deflactar el Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Eso sí, las empresas no están vendiendo ni de lejos los volúmenes anteriores a 2019. De esta forma, la economía se ha apalancado en las subidas de precio, con un menor género vendido y un aumento de costes desmesurado, provocando tensiones en todas las partes de la cadena de producción, donde los especuladores también juegan un papel determinante.
Ejemplos hay a decenas, pero los más llamativos se centran en el aceite de oliva en este momento así como lo fue la crisis de componentes, que dispararon sus precios. En materias primas y derivadas de la invasión de Rusia a Ucrania, el gas ha sido uno de los principales elementos. Todo ello deja a las familias con un menor poder adquisitivo en España.
Los propios metaneros cambiaban el rumbo al calor del mejor postor, mientras los trasvases de petróleo ruso en aguas de la costa del Sáhara, Canarias y Ceuta se han registrado en los últimos meses. Por el momento, aunque públicamente los economistas no prefieran utilizar el término estanflación, ésta se abre camino en España, más cuando el petróleo comenzará con nuevas tensiones debido a la cercanía del invierno.