En el año 2004, el cineasta y humorista Morgan Spurlock lanzó «Super Size Me»; un documental impactante que demostró el efecto nocivo que la comida rápida puede tener en el cuerpo humano. Consumiendo solamente alimentos de McDonald’s por 30 días, Spurlock experimentó problemas de salud significativos y ganó mucho peso. El documental provocó una fuerte reacción pública y llevó a la industria de comida rápida a reevaluar muchos de sus procesos y productos. Entonces, ¿qué cambió desde la aparición de Super Size Me?
La reacción inicial a «Super Size Me» llevó a McDonald’s a implementar la opción de «pociones pequeñas» en el menú y también a eliminar la opción «Super Size» en 2004. En realidad, McDonald’s comenzó un plan de reforma alimenticia meses antes del estreno del documental, aunque éste indudablemente aceleró la acción de la empresa. Las demás empresas de comida rápida siguieron un camino similar, modificando las porciones y caminando hacia la construcción de un menú más saludable.
La industria de la comida rápida ha hecho esfuerzos significativos para mejorar la calidad de sus ingredientes desde el estreno de Super Size Me. McDonald’s, por ejemplo, ahora garantiza que su pollo no contiene antibióticos humanos y que sus huevos son enteramente de gallinas criadas en libertad. Asimismo, la cadena eliminó los jarabes de alta fructosa en gran parte de su menú y sus postres.
Burger King también ha avanzado en términos de la calidad de sus ingredientes. En 2011, introdujo un programa para eliminar los conservantes, colorantes y sabores artificiales de sus comidas. En 2017, la empresa anunció que no usaría pollo alimentado con antibióticos humanos.
KFC no se quedó atrás y eliminó los pollos criados con antibióticos importantes para la medicina humana y estableció que todas las aves de corral se criarían sin usar ninguna clase de hormona o esteroide. La cadena también introdujo la opción de pollo asado, que es considerablemente más saludable que su pollo frito original.
En la misma línea, el tamaño de las porciones está en constante revisión para reducir la ingesta calórica de los clientes. Los trozos de McNuggets son más pequeños ahora y McDonald’s también ha intentado introducir productos más saludables en su menú, como ensaladas y frutas frescas. Burger King ha disminuido el contenido calórico de varias de sus ofertas, incluyendo su famoso Whopper y sus papas fritas.
Estos hechos, en general, demuestran que la industria de la comida rápida ha tomado una postura más responsable en la última década. Sin embargo, aunque se lograron avances, aún queda un recorrido pendiente en términos de nutrición. Muchos de los productos básicos de estas cadenas todavía están llenos de grasas saturadas, azúcares y sodio, elementos que los científicos señalan como contribuyentes principales de la epidemia de obesidad.
Además, han ocurrido varios incidentes destacables recientes en la industria de comida rápida que sugieren que estamos lejos de una “solución perfecta” hacia una alimentación saludable. McDonald’s se encontró en el centro de una controversia en 2018 cuando se descubrió que los cheeseburgers de la cadena tienen más calorías, sal y azúcar que muchos de sus competidores, a pesar de sus cambios en el menú. En 2019, KFC tuvo que retirar una de sus hamburguesas vegetarianas debido a su alto contenido de sal.
En conclusión, aunque las cadenas de comida rápida han realizado esfuerzos considerables para mejorar la calidad de sus ingredientes y reducir el tamaño y las calorías de sus productos luego del estreno de «Super Size Me», queda mucho camino por recorrer. Los consumidores deben seguir siendo cautelosos y conscientes de lo que están comiendo. A fin de cuentas, la mejor dieta es aquella que se basa en alimentos frescos y no procesados.
Super Size Me 2: Holly Chicken
En 2017, Spurlock regresó con un seguimiento llamado «Super Size Me 2: Holy Chicken», que puso el foco en la industria del pollo frito en lugar de los restaurantes de comida rápida en general. A continuación, haremos una exploración detallada de lo que fue este documental, a quién se dirigía y qué conclusiones podemos extraer de él.
«Super Size Me 2: Holy Chicken» es un documental de 2017 en el que Morgan Spurlock revela las tácticas de marketing y las prácticas engañosas que la industria del pollo frito utiliza para hacer que su comida parezca más saludable de lo que realmente es. Al igual que el primer documental, Spurlock se introduce en la industria alimentaria, esta vez abriendo su propio restaurante de pollo frito para mostrar el proceso desde el interior.
Este documental está dirigido a los consumidores que buscan opciones de comida rápida más saludables y caen en la trampa del marketing de «saludable». Las grandes cadenas de comida rápida y de pollo frito están vendiendo una imagen de «saludable», mientras que la realidad está muy lejos de esa percepción. Muchos restaurantes están incidiendo en palabras como «natural», «fresco» y «libre de antibióticos», difuminando la línea entre lo que es marketing y lo que es realmente cierto.
A través de su propia experiencia al abrir un restaurante de pollo frito, Spurlock revela que se enfrentó a una serie de retos sombríos. Descubre que los granjeros están siendo manipulados y presionados por las grandes empresas para criar pollos más grandes y más rápido. Someter a los pollos a estos procesos de cría intensiva puede llevar a problemas de bienestar animal, incluyendo enfermedades y tasas de mortalidad alarmantes.
Por supuesto, todos estos hallazgos resultan en la reflexión moral acerca de los métodos de producción de alimentos que estamos dispuestos a aceptar como sociedad, pero «Super Size Me 2: Holy Chicken» también destaca la distorsión de la percepción del consumidor por parte de la industria alimentaria y se pregunta: ¿hasta dónde está dispuesta a llegar la industria de la comida rápida para presentar su comida como saludable, incluso cuando no lo es realmente?
Una de las conclusiones más obvias que se pueden extraer de «Super Size Me 2: Holy Chicken» es que la información es crítica. Los consumidores tienen que estar educados sobre lo que realmente están comiendo y deben comprender que la información proporcionada por la industria de la comida rápida no es siempre confiable. Las palabras como «natural», «fresco» y «libre de antibióticos» a menudo son utilizadas de manera engañosa y, por lo tanto, pueden ser poco claras y confusas.
Otra conclusión importante se refiere a la responsabilidad y la ética de la industria de comida rápida. En su lucha por la cuota de mercado y las ganancias, estas compañías a menudo olvidan la ética, explotando tanto a los animales como a los granjeros. Con ese fin, es posible que necesitemos leyes y regulaciones más estrictas para garantizar un trato justo para todas las partes involucradas.
En última instancia, «Super Size Me 2: Holy Chicken» es una potente pieza de periodismo de investigación que pone de relieve la mala conducta de la industria de la comida rápida. Es una llamada a la conciencia tanto para las empresas como para los consumidores, instándonos a tomar decisiones más informadas y éticas cuando se trata de nuestro alimento. Queda claro que, aunque la industria ha evolucionado desde la primera película de «Super Size Me», todavía hay mucho trabajo por hacer.