Ley de amnistía y hasta referéndum. Es la moneda de pago de Pedro Sánchez para poder llegar a ser investido presidente. En la familia socialista, sin embargo, no todos se muestran favorables a que Pedro Sánchez gobierne pagando tan alto precio. La ley de amnistía no es asumible sobre todo para la vieja guardia socialista y aquellos que se quedaron en el camino con el ascenso de Sánchez a la secretaría general socialista.
Revisando el programa del PSOE a las elecciones generales del pasado 23 de julio, ni se hace mención a una posible ley de amnistía, ni como norma ni como herramienta. Es más, muchos que ahora abren la espita, incluido el propio presidente del Gobierno en funciones, estaban en contra de la amnistía hasta el mismísimo 23J.
Tuvieron que «tragar» por el delito de malversación y ‘semiperdonar’ a quienes ya habían sido juzgados y pasado por la cárcel para sacar adelante algunas leyes durante la pasada legislatura. Y ahora, Puigdemont pretende evitar juicios y cárcel pese a todos los esfuerzos de estos años del juez Llanera con las justicias de algunos países europeos y hasta la propia UE, y no sin las quejas de ERC.
ALUVIÓN DE CRÍTICAS DE «LA VIEJA GUARDIA» A LA AMNISTÍA
Así las cosas, Felipe González, Alfonso Guerra, Joaquín Almunia, Ramón Jáuregui o Nicolás Redondo (hijo), Jordi Sevilla o Javier Lambán o Emiliano García Page han expresado su no rotundo. El expresidente González aseguró que la Constitución no acepta ni la ley de amnistía ni la autodeterminación.
A su juicio, concederles esa amnistía sería como aceptar que no hicieron nada malo, y tener que ‘tragar’ sus acusaciones de que España es un «sistema represor» del que fueron víctimas. Con más o menos matices el resto de la vieja guardia ha dicho lo mismo. «No lo veo», aseguraba Guerra, para quien es una ofensa a quienes realizaron la Transición y elaboraron la Constitución. Ninguno olvida que Puigdemont y los independentistas proclamaron la independencia de Cataluña.
El exsecretario general del PSOE y exministro, Joaquín Almunia, alejado en los últimos años de los micrófonos, ha roto su silencio para pedir que primero se debata si la amnistía es de interés general, dando a entender que es a Sánchez al que le interesa para poder gobernar, no al resto de los españoles. Y otro exministro, Jordi Sevilla, optó por un «pido elecciones» al escuchar las exigencias de Puigdemont desde Bruselas.
Y sin pertenecer a la vieja guardia, pero ya más próximos a los socialistas del siglo XXI encontramos a otros exministros socialistas como Carmen Calvo, José Luis Ábalos, o la expresidenta del Congreso de los Diputados, Maritxell Batet, o el actual portavoz socialista en la Cámara Baja, Patxi López o diputadas como Adriana Lastra y senadores como Tomás Gómez o el diputado regional madrileño Juan Lobato. Ninguno considera que la amnistía sea la solución para poder gobernar.
Tampoco presidentes autonómicos de la casi antigua vieja guardia como Javier Lambán y el siempre crítico Emiliano García Page, quienes consideran como definió el propio Page, que una ley como esa «choca» con la Constitución, además de vulnerar el principio de igualdad, recordando que algunos ya han sido condenados y han cumplido penas de cárcel por los mismos hechos que Puigdemont y el resto de consejeros fugados ahora reclaman que se les perdone.
Pero la voz de estos pesos pesados y antiguos líderes socialistas no es predominante.
LAS NUEVAS GENERACIONES PIDEN PASO
Ahora es lo que diga Pedro Sánchez. En las redes sociales dan cuenta de ello. El politólogo, experto en redes sociales, liderazgo, dirección pública, psicología y comunicación política, Fran Guerrero, ha escrito una carta en X a Felipe González en la que tras alabarle sus logros en la época en la que le tocó gobernar, destacando la entrada de España en la Unión Europea, le explica al expresidente que la política social de Sánchez también ha conseguido transformar al país.
«Para terminar le transmito -concluye en su misiva- que me siento orgulloso de sus políticas socialistas que sirvieron para modernizar España, pero también las políticas socialistas de Zapataro y Pedro Sánchez que han conseguido transformar nuestro país en un referente social, plural e igualitario». ¿Es este el sentir de las nuevas generaciones socialistas? Lo que parece es que las opiniones críticas de la vieja guardia han sido frenadas.
El propio Pedro Sánchez hasta antes de las elecciones del 23J no contemplaba esta opción, lo dijo incluso hasta durante la campaña electoral que no habría amnistía. Y como él los ministros Miqel Iceta, Félix Bolaños, Raquel Sánchez, Grande-Marlaska o Luis Planas.
Y hasta algún osado como el presidente de Asturias, Adrián Barbón, quien explicó sin ningún rubor en cualquier negociación «hay que pagar un precio, en todo tipo de acuerdos» incluido un acuerdo para poder gobernar. Pero no sólo se ha quedado en esta explicación, sino que para acallar las voces de sus antiguos compañeros les ha pedido «comprensión» porque «somos tan creyentes de España como lo eran ellos».
Y se explayaba fijando la labor que deben cumplir ahora los veteranos: «Que nos ayuden, claro que nos expliquen y nos den su opinión, sí, sin duda, pero sobre todo que apoyen a esta nueva generación que tiene que afrontar una España muy diferente a la del año 78 y que por cierto somos tan creyentes de esa España como eran ellos».
LA CONSTITUCIÓN, ÚNICA REFERENCIA PARA NEGOCIAR, PERO SIN ENCAJE PARA LA AMNISTÍA
Dejan abiertas todas las puertas, pero sin concretar, mientras se negocia con Junts y el resto de los posibles socios parlamentarios. Su única respuesta, casi ensayada y al unísono es que la Constitución es el marco para cualquier negociación.
La incógnita, además, es que si el Gobierno en funciones decide seguir adelante con una ley aunque sea descafeinada, no se sabe si tendría tiempo de improvisar una Ley de Amnistía y aprobarla. No parece que dé tiempo, aunque algunos socialistas recuerdan que cuando se eliminó la sedición y se modificó el delito de malversación en una reforma express del Código Penal solo se tardó un mes. Claro que eran otros tiempos y la composición de las dos cámaras era muy diferente.
De momento, y a la espera que el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, pase por el debate de investidura y las votaciones pertinentes, Pedro Sánchez y su equipo siguen sus negocaciones con Junts, ERC, PNV y EH Bildu, también con Sumar, que en un posible acuerdo de gobierno también querría dejar su impronta. Unas negociaciones cerradas a cal y canto, no solo de los medios de comunicación, sino del resto de los partidos políticos porque hay mucho en juego, y es mejor que no trascienda sobre lo que hay en cada mesa de negociación, para que nadie termine pidiendo todo a la vez.
Por eso, las negociaciones que parecen estar encerradas entre puertas candados y sellándose bocas con silicona. Por la visita de la vicepresidenta tercera, Yolanda Díaz, que según el gobierno en funciones lo hizo a título de líder de Sumar, hemos podido conocer las condiciones que pone Puigdemont: amnistía y referéndum.