Íñigo Urkullu y su partido de derechas PNV tienen un serio debate interno tras las elecciones generales. El resultado de los comicios del pasado domingo no gustan a ninguno de los dirigentes de la formación nacionalista y «patriótica» vasca.
La fuente del problema reside en la traición a Mariano Rajoy en junio de 2018. Los de Urkullu aprobaron los Presupuestos al Gobierno del PP y una semana después apoyar una moción de censura que daría paso un año más tarde al primer Gobierno Frankenstein de la historia de España.
Los nacionalistas vascos, con una marcada ideología de derecha nacionalista y sin apenas diferencias en lo económico con el Partido Popular, abrieron el melón para tratar de arrancar nuevos acuerdos y de mayor calado al Gobierno de Pedro Sánchez. La jugada era maestra, al menos en ese momento. Podrían tener más prebendas de Madrid y vender después los pactos en el País Vasco de cara a las elecciones autonómicas de 2020, en plena pandemia.
LA TRAICIÓN DE URKULLU A RAJOY, EL INICIO DE LA DEBACLE DE LA DERECHA VASCA
Pero el Gobierno de Pedro Sánchez hizo la pinza con Bildu y abrió la puerta a los herederos de ETA en cuestiones cruciales, con foto oficial incluida con los dirigentes socialistas Adriana Lastra y Rafael Simancas junto a Oskar Matute, Gorka Elejabarrieta y Mertxe Aizpurua. Esta imagen, impensable en tiempos de Felipe González o José Luis Rodríguez Zapatero, no sólo fue un gesto para la investidura de Pedro Sánchez, sino el primer paso de una nueva relación del PSOE con el País Vasco. Con el PNV ausente, los electores vascos tenían un nuevo interlocutor con Madrid.
El PSOE ha abierto el tablero vasco a un ajedrez a tres bandas, un juego tan divertido como traicionero al mismo tiempo
En este sentido, Bildu ha trabajado una estrategia impecable. No ha exigido traspasar grandes líneas rojas de forma inmediata, como el referéndum de independencia, ni tampoco grandes condiciones para tensar la cuerda con el PSOE vasco de Patxi López. La fórmula de la confrontación sí la han hecho desde Junts e incluso ERC, con una dura batalla para entregar sus votos en una hipotética investidura. Pero Bildu ha logrado más que el PNV en los últimos años. Por ejemplo, fue el ponente de la ley de Vivienda y artífice del tope a los alquileres al 2%.
¿Qué ha llevado el PNV al País Vasco? El discurso de siempre, el del insaciable nacionalismo, pero ningún papel firmado ni foto con los interlocutores habituales. En cambio, el apoyo del PNV a Pedro Sánchez pasa factura en las urnas. En estas pasadas elecciones, los nacionalistas de derechas se muestran alineados ahora con la izquierda más radical en el Congreso, como Unidas Podemos, Sumar, la CUP, ERC, Bildu y el BNG.
URKULLU Y PNV, MIEDO A BILDU Y AL PSOE
En este embrollo se ha metido el nacionalismo vasco. La derecha nacionalista y católica vasca mezclándose con comunistas, los del «no pasarán». Tan sólo les falta entonar La Internacional para poder mimetizarse con sus nuevos compañeros de viaje. Todo por formar parte del cordón sanitario al PP. Urkullu ha vendido sus propios principios porque ya no tiene nada que negociar con La Moncloa por sí mismo. Los nacionalistas vascos han dejado de tener la exclusiva ante los votantes de la comunidad autónoma y por no tener, no tienen ni las fuentes originales para ellos solos.
Ahora Bildu está jugando al mismo juego y en el mismo tablero, nada de partidas simultáneas. Ahora es un tablero más complejo, con 16 piezas exactamente iguales, pero con distinto color, una modalidad muy popular entre asiáticos y jugadores experimentados en el ajedrez. El ajedrez a tres bandas es un juego tan divertido como traicionero al mismo tiempo, además de complejo ya que dos jugadores pueden aliarse en un momento determinado para acabar con otro.
Y este escenario infunde el miedo en el PNV. Y es que, el nacionalismo vasco de derechas podría quedarse fuera con un mal movimiento, como podría ser por un lado intentar atraer al votante socialista o al votante de izquierdas en caso de transformarse en una especie de Junts, más próximo a la ideología de la CUP que a la derecha catalana y burguesa tradicional.
BILDU, UN NUEVO JUGADOR EN UN TABLERO VEDADO
En estas elecciones generales, el papel de Bildu desde la primera investidura de Sánchez se ha traducido en más votos e igualar sólo en el País Vasco -la formación de izquierdas ha logrado otro escaño por Navarra- al PNV y a los socialistas vascos, vencedores de los comicios por tan sólo 15.150 papeletas diferencia respecto a Bildu, tercera fuerza.
El PNV de Urkullu no está para fiestas ni trotes tras dejarse más de 103.000 votos en cuatro años, una fuga que se ha trasvasado al PSOE vasco y a Bildu. Los nacionalistas de derechas temen que esta sangría continúe en las próximas elecciones autonómicas, el próximo año de forma obligatoria, junto con Galicia.
De seguir la línea marcada desde la moción de censura de 2018, la formación hegemónica hasta ahora podría quedar relegada a un tercer plano, aunque el PSOE no va a soltar su mano. Y es que, los nacionalistas son muy necesarios con sus cinco asientos en el Congreso para lograr la investidura. Por esta razón, el PNV corrió a romper cualquier puente de diálogo con el PP, era la única condición impuesta por Ferraz.
LOS SOCIALISTAS DE PATXI LÓPEZ, BENEFICIADOS
Bildu, en cambio, no ha puesto ningún tipo de condición para favorecer a Sánchez. Sus seis escaños sólo tienen una opción plausible a los suyos. No se puede enrocar en posiciones extremas ni tampoco va a dar sus votos a Feijóo.
Mientras tanto, el gran beneficiado sigue siendo el PSOE, que puede aglutinar el voto útil de la derecha del PNV para arrancar beneficios para el País Vasco y al mismo tiempo poder vampirizar al votante de Bildu con el «no pasarán» y los descontentos con el PP. Capta votos de todos y tan sólo errores de calado podrían hacer caer al partido. Por esta razón, los de Patxi López han logrado una posición muy cómoda dentro del País Vasco, una posición que infunde miedo en el nacionalismo de derechas que teme ser relegado. Por el momento, el PSOE sin moverse de la silla ha visto como tiene los apoyos de Bildu y PNV regalados.
EL PNV, ANTE EL FANTASMA DE LA EXTINCIÓN DE CIU
Enhorabuena a Urkullu por creerse también que forma parte de partidos de izquierdas, los cuales afilan el cuchillo a la mínima oportunidad para asestar el duro golpe al compañero de la derecha. Es sólo cuestión de tiempo, pero en el PNV ya conocen la historia de CiU y pueden acabar como ellos.
Y es que, si la derecha nacionalista vasca se transforma, el PP podría obtener un mejor resultado en las Cámaras vascas. ¿Qué otro partido les quedaría a los empresarios de derechas? Esta es la agonía de Urkullu, un PNV sin principios, traicionero y con el foco puesto en la derecha mientras la izquierda le come terreno. Los nacionalistas se equivocaron de adversario en 2018 y ahora se dan cuenta de su error. Demasiado tarde.