Los estilos de alimentación cada vez más populares están empezando a poner a prueba la dieta tradicional de base, y la dieta paleo es un excelente ejemplo de ello. Conocida comúnmente como la “dieta del cavernícola”, esta dieta se caracteriza por el consumo de alimentos crudos, como frutas y verduras, así como por la eliminación de alimentos procesados.
En cuanto a los alimentos sin procesar, la dieta paleo se basa principalmente en proteínas y grasas, en lugar del carbohidrato como principal fuente de energía. Esta dieta se propone como una forma de mejorar la salud general, pero eliminando jugos, productos lácteos, pan y muchos otros alimentos, los usuarios de esta dieta se están exponiendo a una falta de nutrición.
Para los fanáticos de la dieta paleo, esta forma de alimentación se supone que revierte enfermedades, mejora la resistencia al estrés, evita la obesidad y reduce el riesgo de ciertas enfermedades. Esta dieta fue diseñada para simular la dieta de nuestros antepasados paleolíticos, lo que significa principalmente alimentos crudos y sin procesar. Comer estilos similares a esta dieta es popular desde principios del siglo XX, pero fue publicitada como una dieta moderna por Walter Voegtlin a principios de la década de 1970. A pesar de esto, aunque hay algunos beneficios a seguir una dieta paleo, esta forma de alimentación tiene algunos inconvenientes debido a la limitación de nutrientes esenciales.
1¿Cuál es el objetivo de la dieta paleo?
La dieta paleo se centra en alimentos cercanos a la tierra. Esto significa que hay muchas menos comidas procesadas y se destaca el consumo de alimentos de origen animal y vegetal. Esta dieta se supone que es más nutritiva y ayuda, a mejorar ciertos parámetros de salud, como la resistencia al estrés, el peso y los niveles de colesterol. El objetivo de la dieta paleo es simular lo que nuestros ancestros comían, cuando no existían los alimentos procesados.
Esta dieta es conocida como dieta de selva o de cavernícola, ya que los alimentos son crudos y sin procesar y el enfoque en alimentos ricos en proteínas y grasas naturales. Se excluyen los alimentos procesados como panes, productos lácteos, jugos y alimentos envasados. Estos alimentos procesados a menudo contienen una gran cantidad de carbohidratos, grasas saturadas e ingredientes artificiales añadidos.