Jorge Buxadé se ha hecho fuerte en Vox y está cambiando el partido de arriba a abajo. Y más de cara a las elecciones dado que llegará el momento de negociar con el Partido Popular y exigir asientos. Entre los primeros espadas de Buxadé no solo está Ignacio Garriga. Ahora ha subido como la espuma una de las nacional-católicas más conservadoras de Vox y han empezado a darle más protagonismo de cara a las elecciones: Rocío de Meer. En el partido no tienen claro qué caras, además de la de Santiago Abascal, se pondrán encima de la mesa para colocar en el Gobierno, siempre que den los números.
Rocío de Meer es una de las diputadas más incendiarias del partido, pero cuenta con la confianza absoluta de Jorge Buxadé. De hecho, es una de las pocas que ha ascendido en esta criba que se ha dejado ver desde que Javier Ortega Smith saliera de la organización del partido. Rocío de Meer ha sabido estar en el candelero siempre que ha querido. Es un perfil más cercano a «la Falange auténtica» de la que tanto presume Buxadé y es uno de los pocos políticos que ha sobrevivido a este giro que ha dado Vox. La idea de Buxadé es enterrar poco a poco el ala neoliberal de la formación de Santiago Abascal para intentar hacerse con el control ideológico del grupo. El presidente de Vox no se ha metido en este asunto porque lo único que le preocupa es mantener el liderazgo, no el debate sobre qué vertiente política triunfa en el seno de Vox.
Buxadé ha dado ciertos galones a Rocío de Meer y ha conseguido un golpe de efecto en el pasado debate de Canal Sur. En él, la diputada consiguió una reacción tan lamentable e infantil por parte del representante de Sumar en ese programa de televisión, Francisco Sierra, que desde Vox aplauden la iniciativa de Buxadé de elegirla a ella como nueva voz del partido en algunas cuestiones. Sierra decidió no mirarla y darle la espalda a Rocío de Meer cada vez que abría la boca. Pero lo hizo exactamente igual que lo haría un niño que no quiere que le mires. Fue tan triste que Rocío de Meer consiguió el objetivo deseado: ser tendencia, que se hable de Vox y acudir a las elecciones generales con más ruido.
El miedo de Vox es precisamente que el vacío se apodere de su partido. Que no se hable de ellos durante esta campaña electoral era el mayor pánico que podría recorrer los pasillos de la sede de Vox. Afortunadamente, el trabajo sucio lo está haciendo solo el PSOE. Para los socialistas, alimentar el miedo a Vox se ha convertido en la mejor forma de conseguir votos y de buscar el voto útil. Estos pequeños detalles que convierten en el centro de todas las críticas y comentarios a los de Santiago Abascal ayudan más de la cuenta a la estrategia seguida por Vox.
Rocío de Meer ha sido una de las diputadas más polémicas del partido precisamente por ser la más radical del elenco parlamentario. Al menos en cuanto a sus intervenciones se refiere. Este perfil la enterró en las primeras fases de Vox porque tanto Iván Espinosa de los Monteros como Javier Ortega Smith no la veían con buenos ojos. Sin embargo, con la llegada de Buxadé, ese radicalismo se ha premiado hasta el extremo de que ya hay quien augura que Rocío de Meer pisará mucho más la tribuna del Congreso a partir de las próximas elecciones.